miércoles, mayo 19, 2021

El oficial que empezó la Revolución de Abril de 1965.


Oscar Valenzuela.

Le visitó el agregado naval de la embajada norteamericana y prepotente cuestionó quién era el capitán Peña Taveras. “Yo soy, ¿en qué puedo servirle?”. Le preguntó lo que estaba pasando y el intrépido capitán respondió: “Un asunto dominicano y solo le debemos explicación a los dominicanos”.
El oficial que empezó la Revolución de Abril
Cuando Héctor García Tejada llegó le agarré la pistola con la mano izquierda, pegué mi ametralladora en su pecho y le dije: “¡Mayor, está detenido!”. Quiso reaccionar pero el sargento Darío de la Cruz Liriano le presionó con su arma ordenándole: “¡No se mueva!”.
Mario Peña Taveras, quien relata el hecho, era entonces el capitán que desde junio de 1964 integraba un movimiento conspirativo con otros militares en la jefatura de Estado Mayor del Ejército y con este apresamiento ocurrido el 24 de abril a la 1:45 de la tarde, comenzó a materializar la trama.
La acción era observada por el teniente coronel José Silvestre García, quien corrió a avisarle al superior, Marcos Aníbal Rivera Cuesta: “¡General, ahí viene el capitán Peña Taveras como un loco con el mayor García Tejada preso!”.
“Entramos y el primero con quien me encuentro es el mayor Pompeyo Vinicio Ruiz Serrano, le agarré la pistola” y le apuntó: “¡Está detenido!”. Quiso resistirse pero Rivera Cuesta gritó: “¡Pompeyo, dale el arma, que te matan”.
Peña Taveras se acercó a Rivera Cuesta ordenándole entregar la suya, anunciándole que estaba preso y este “no supo qué hacer, se quedó inmovilizado. Yo me colgué la ametralladora en el hombro derecho y con mis manos le solté la pistola de la cintura”.
Pasó al despacho del subjefe, coronel Maximiliano Américo Ruiz Batista, acompañado del teniente Santiago de Jesús Fañas Rivas dándole las mismas instrucciones que a los anteriores y este abrió una gaveta y exclamó: “Aquí está mi pistola, no voy a tirar un tiro por nadie”.
Cuando retornaron donde los demás capturados, Rivera preguntó a Peña Taveras si se había vuelto loco y al capitán no le salió la voz pero luego contestó: “Nuestra idea iba mucho más lejos, pensábamos fusilarlos a todos por el apoyo al Gobierno corrupto del Triunvirato y no lo hemos hecho porque se han portado como lo que son, unos cobardes”.
Hoy, convertido al evangelio, Mario Peña dice que pudo actuar por obra de Jesucristo. “Me impulsaba un poder que no veía, pero que sentía”.
Así comenzó la revolución en los cuarteles. Hernando Ramírez preguntó al ahora líder de la oficialidad qué hacía con los presos y él le contestó: “¡Lléveselos para su campamento!”. Ramírez replicó que la fuerza aérea lo podía bombardear y Peña le manifestó que en caso de que eso ocurriera los fusilara antes de que fueran rescatados.
Llamó a Peña Gómez a Radio Comercial “y le informé que comunicara al pueblo que se había iniciado la revolución con la detención de los miembros del Estado Mayor”. El líder del PRD dudó: “Capitán, llámeme otro oficial que lo confirme porque los militares nos han engañado muchas veces”. El segundo teniente Salomón Bastardo Díaz lo corroboró.
CONVERTIDO EN UN TITÁN
Mario nació el 9 de abril de 1924 en Carpintero, sección Hato Nuevo, San Juan de la Maguana, hijo de Rey María Peña y Magdalena Taveras. Trabajó agricultura junto a su familia e ingresó al Ejército en 1945. Desde hace 60 años está casado con Mercedes Antonia Rodríguez, madre de sus hijos Mario Antonio, Mario Héctor, Mario Bienvenido, Mario Freddy, Mercedes Antonia, Maritza Magdalena, Miriam y Mercedes Altagracia. Reside en Miami.
Entre sus compañeros de confabulación para derribar al Triunvirato estaban Santiago de Jesús Fañas, Reynido Cuevas Medrano, Limardo Peña Taveras, Pedro José Lantigua Bravo, Darío de la Cruz Liriano, José del Carmen Batista Gil, que se reunían en su casa del ensanche Luperón donde los vigilaba el G-2.
Estaban comprometidos, además, Giovanny Manuel Gutiérrez Ramírez, Pedro Augusto Álvarez Holguín, Juan María Lora Fernández, Eladio Ramírez Sánchez, José Aníbal Noboa Garnes.
El 24 de abril Peña Taveras se erigió en un jefe consultado, visitado, demandado, intimidado. Le llamó el general Juan de los Santos Céspedes para proponerle la formación de una Junta Militar, y Hernando Ramírez le telefoneó para decirle que Emilio Ludovino Fernández, Atila Luna y Julio Alberto Rib Santamaría habían creado una Junta Militar y solo faltaba él, relata.
“Me extraña que me lo diga, porque usted sabe que eso no es lo que prometimos al pueblo”. Comenta que esta llamada le indicó que Ramírez “había aceptado la formación de esa junta que era la pretensión de los oficiales que traicionaron al país y de la embajada norteamericana…. Usted sabe que el pueblo está en la calle luchando con las armas, salirle con una Junta Militar constituye una traición”, le respondió.
Se comunicó con los comandos militares del interior pidiéndoles respaldo. Casi todos lo apoyaron hasta el 27 de abril “cuando se cambiaron para el otro lado”.
Recibió innumerables llamadas del Palacio Nacional “con improperios y amenazas”. Jacinto Martínez Arana, ayudante de Reid Cabral, le dijo que el Presidente quería hablarle. “Dígale que no quiero pero que venga aquí al Estado Mayor”.
Entonces advirtió a sus compañeros: “Es posible que tengamos una visita ingrata, la de Donald Reid, tan pronto se acerque, abran fuego a fin de que no quede nadie vivo. Felizmente para nosotros y para Reid Cabral, no fue”.
Salvador Lluberes Montás le conminó a ir a la casa de Gobierno; lo llamó el triunviro Ramón Cáceres Troncoso y le dijo: “Usted no sabe lo que le va a ocurrir si no depone” y él respondió que a quien le iba a ocurrir lo que él pensaba que le pasaría, era a él.
El periodista Gustavo Marín le anunció que Donald Reid quería negociar y él le contestó: “No quiero nada con él, y menos de negocios, soy militar, no comerciante”.
Le visitó el agregado naval de la embajada norteamericana y prepotente cuestionó quién era el capitán Peña Taveras. “Yo soy, ¿en qué puedo servirle?”. Le preguntó lo que estaba pasando y el intrépido capitán respondió: “Un asunto dominicano y solo le debemos explicación a los dominicanos”.
Allá llegaron Antonio Imbert, el coronel Valdez Hilario y, para su asombro, Belisario Peguero Guerrero que fue a ponerse a sus órdenes. “Yo estoy con la revolución porque Wessin es mi enemigo y Donald me desconsideró”, expresó el jefe policial.
“Si eso es cierto, vaya al Palacio y gestione la libertad de Peña Gómez”. Fue y lo soltaron. Regresó con una insignia de coronel para que Peña Taveras se cambiara la de capitán, lo que rehusó el rebelde soldado.
“Desapareció y cuando volvimos a saber de él estaba en Haina conspirando contra la revolución”.
“Estas son verdades que solo las sé yo y esos 24 hombres que me acompañaron”.
Estuvo en la jefatura hasta el 26 de abril a las 6:00 de la tarde “porque era el único punto de contacto con las unidades leales al pueblo” y esa noche pernoctaron en la iglesia Santo Cura de Ars, después estuvo a las órdenes de Caamaño y tenía su comando en la 19 de Marzo esquina Salomé Ureña, el único de militares.
Al finalizar la guerra fue nombrado agregado militar de la embajada dominicana en Chile. Estuvo en el servicio exterior durante 20 años que aprovechó para estudiar, comenzando desde séptimo grado. Cursó ciencias sociales, jurídicas y políticas, administración de empresas, diplomacia.
Su actuación en la guerra fue breve pero efectiva. “Sin vanidad ni orgullo, sin jactancia, nosotros no seguimos a nadie, todos nos siguieron a nosotros”.
Fuente: http://hoy.com.do / Por: Ángela Peña / Publicado el: 25 abril, 2015
Que realmente ocurrió la mañana del 24 de Abril de 1965 en la Jefatura del Estado Mayor del Ejército según el Coronel Maximiliano Ruiz Batista Sub Jefe de Estado Mayor del Ejército Nacional, testigo ocular de los hechos????.
Un informe confidencial de los servicios de inteligencia de la institución G-2, fue recibido en la Jefatura donde se informaba al Jefe de la institución General Marco Rivera Cuesta que por una infidencia del Coronel Emilio Ludovino Fernandez se había confirmado que un grupo de oficiales de la institución que estaba integrado por el Mayor Juan Lora Fernandez, Giovanny Gutierrez entre otros, estaban involucrados en una conspiración para derrocar al Gobierno del Triunvirato.
El General Rivera Cuesta informó al Presidente del Triunvirato Doctor Donald Reid Cabral del incidente quien le ordenó detener, desarmar y apresar e interrogar a los oficiales involucrados en la supuesta trama.
Rivera Cuesta fue llamándo uno por uno a su despacho a los oficiales y procedió a cumplir las órdenes del ejecutivo.
El Capitán Mario Peña Taveras oficial Administrativo de las Jefatura y que estaba también involucrado junto a los alistados de esa oficina en la conspiración, esperaba los cheques de pago del personal y cuando le anunció al Jefe de Estado Mayor la llegada del capitan Hector García Tejada jefe delG2 de la institución, notó a los oficiales envueltos en la conspiración desarmados y pegados a la pared en calidad de detenidos; por lo que informó al Jefe de la conspiracion Miguel Ángel Hernando Ramírez de la situación, recibiendo la orden de apresar al Estado Mayor del Ejército y liberar a los detenidos.
El Capitán Peña Taveras y sus ayudantes desarmaron al Mayor García Tejada; entraron con sus armas al despacho apresando al General Rivera Cuesta, y luego al Subjefe Maximiliano Ruiz Batista en su despacho y otros oficiales que se encontraban allí.
Llegó a la Jefatura del Ejercito el Jefe de la conspiración coronel Hernando Ramírez y les informo a todos del Movimiento Constitucionalista para derrocar al Triunvirato y reponer al derrocado Presidente Juan Bosch y que desde ese momento estaban detenidos.
El Capitán Peña Taveras llamo a Radio Comercial al Doctor Peña Gomez quien se disponía a transmitir el Programa Tribuna Democrática el órgano radial del PRD, y le informara del levantamiento militar en la Jefatura de Estado Mayor y en el Campameto 16 de Agosto.
Lo cierto es que Hernando Ramirez no había llegado al despacho del Jefe de Estado Mayor cuando el Capitán Peña Taveras llamó telefónicamente a Peña Gonez.
Peña Gomez con esa voz de trueno y con la Marsellesa de fondo, anunciór la sublevación militar constitucionalista y llamó al pueblo a lanzarse a las calles en respaldo de los Militares constitucionalistas sublevados en el Campamento 16 de Agosto , anunciando también la vuelta a la Constitución de 1963.
Los Jefes del Estado Mayor y otros Militares permanecieron detenidos dos días en la Jefatura del Estado Mayor y fueron liberados por órdenes del Coronel Francisco Alberto Caamaño Deño cuando el campamento fue ametrallado por aviones de la Fuerza Aérea Dominicana la mañana del 26 de Abril de 1965.
Una gran manifestación de júbilo se adueñó de la capital por los bicinazos de los carros públicos que estremecieron todas las vías principales de la capital y la noticia se regó como pólvora en toda la geografía nacional también los micromitines celebrándo el regreso de Bosch.
En la noche, el Presidente del Triunvirato Doctor Donald J. Reid Cabra en una alocución televisiva anunció al Pueblo que todo estaba bajo control de las Fuerzas Armadas y dándole un ultimátum hasta las 6:00 am de la mañana a los militares sublevados para que depusieran las armas y se entregarán a las autirudades.
Entonces el Coronel Francisco Alberto Caamaño Deño con un contingente militar del Campamento 16 de Agosto ocupa el Palacio Nacional la mañana del día 25 de Abril, apresa a los miembros del Triunvirato Doctor Donald J. Reid Cabral y Ramón Caceres Troncoso y se decide nombrar al Doctor José Rafael Molina Ureña quien era el Presidente de la Cámara de Diputados del Congreso de 1963, como Presidente Provisional hasta la llegada del Profesor Juan Bosch.
Esa tarde hablo por la radio desde Puerto Rico el Profesor Juan Bosch, mientras Molina Ureña asumía la Predidencia restableciendo la Constitución de 1963. Molina nombró al Coronel Migue Angel Hernando Ramírez Secretario de las Fuerzas Armadas y al Coronel Caamaño Ministro de Interior .
Los estudios de la emisora oficial Radio Santo Domingo Televisión, RTVD fueron ocupados por diferentes personalidades y locutores simpatizantes con la causa constitucionalista como el Doctor Peña Gomez, Fernando Casado, Mario y Luis Armándo Asuncion, Luis Acosta Tejeda, Pedro Perez Vargas, Corporan de los Santos, Tito Campusano, y comisiones militares y civiles que se sumaban y explicaban por la televisión los objetivos del Movimiento Constitucionalista.
Al Palacio Nacional llegaban militares constitucionalistas, dirigentes y militantes del Partido Revolucionario Dominicanos llenos de júbilo por la vuelta a la Constitución de 1963 y celebrándolo en medio de las tensiones el regreso de Bosch al poder.
Esa misma tarde visitó el Palacio Nacional el Comodoro Francisco Javier Rivera Camionero y le prometió el apoyo de la Marina de Guerra a la causa Constitucionalista, pero al otro día los barcos de la Marina bombardeaban objetivo militares constitucionalistaa
en sintonía con los ametrallamientos de los aviones de la Fuerza Aérea Dominicana..
Pero en San Isidro había otra conspiración en marcha de los militares golpistas para impedir el retorno de Bosch al poder y crear una Junta Militar que organizaría muevas selecciones. Wessin el hombre fuerte del Centro de Enseñamzas de las Fuerzas Armadas (CEFA) que era la unidad de infantería mejor equipada con blindados y carros de asalto no estaba de acuerdo con la causa Constitucionalista y ocupó la Jefatura del Estado Mayor de la Fuerza Aérea para presionar el ataque aéreo.
El Coronel Emilio Ludivino Fernandez hermano del líder militar Constitucionalista Rafael Tomas Fernandez Dominguez estaba en contacto desde el Palacio Nacional con el General Juan de los Santos Céspedes Jefe de la Fuerza Aérea Dominicana transmitiendo a Molina Ureña las demandas de los militares de San Isidro de crear una Junta Militar.
El Jefe de la Fuerza Aérea Dominicana, General Juan de los Santos Céspedes envió al palacio una comisión de oficiales integrada por los Coroneles Pedro Bartolomé Benoit y otros que se reunieron la mañana del lunes 26 de Abril en el Palacio Nacional con el Presidente Molina Ureña y militares constitucionalistas tratando de convencerlos de que se integrara una Junta Militar, mientras aviones vampiros presionaban el ambiente haciendo vuelos rasantes y amenazantes sobre la sede presidencial.
El Capitán Peña Taveras quien inicio la rebelión para derrocar al Triunvirato y reponer a Bosch y otros militares que le acompañaban rechazaron junto al Presidente Molina Ureña la propuesta de San Isidro; y saliendo la comisión del Palacio Nacional hacia la Base Aérea de San Isidro, se iniciaron los ametrallamientos aéreos y los bombardeos navales contra el Palacio, los campamentos sublevados y el Puente Duarte.
La sublevación militar Constitucionalista para reponer al Profesor Juan Bosch en el poder había desembocado en una sangrienta Guerra Civil. Los militares constitucionalistas vaciaron los polvorines militares de los campamentos sublevados y distribuyeron las armas y municiones a la población civil para defender la causa.


Foto tomada de la red.


Jean Pierre André de la Riviere

 

Se integró a los comandos de la Revolución de Abril de 1965 convirtiéndose en una de las figuras más populares, en su invariable uniforme de camuflaje, armado con fusil automático y siempre con las mangas de su camisa doblada sobre el codo. Era francés, compañero inseparable del comandante Manuel Ramón Montes Arache, secretario de las Fuerzas Armadas del Gobierno Constitucionalista. Murió durante la Guerra Patria asesinado por el intruso yanqui.

Jean Pierre André de la Riviere, a quien el Ayuntamiento de Santo Domingo recordará designando una calle con su nombre, combatió en varios frentes y participó en arriesgadas acciones y misiones. Los que le trataron o pelearon junto a él le reconocen valor y un profundo sentimiento de amor a los dominicanos, como Claudio Caamaño Grullón, los Hombres Rana Eddyberto Estrella Fernández y Pedro Germán Ureña y Bonaparte Gautreaux Piñeyro quien exalta su vida pues sostuvieron pláticas en los escasos momentos de paz de 1965.

A Gautreaux se lo presentó y recomendó Ilio Capozzi refiriéndole que André había peleado en la batalla de Diem Bien Phu, en Vietnam, en 1954, como miembro de la Legión Extranjera Francesa. Pertenecía a una familia de tradición militar que había servido en la Marina de Guerra desde antes de Napoleón. Él no quiso seguir esa vocación y por diferencias con sus padres se fue a la Legión Extranjera, escribió Gautreaux.

Posteriormente se unió a un grupo que trataba de derrocar al tirano haitiano Françoise Duvalier y al fracasar el movimiento se trasladó a Santo Domingo. Bonaparte entiende que andaba con el grupo que entrenaba en los alrededores de Villa Mella en 1963, con el respaldo de la parte joven del PRD “con el conocimiento y consentimiento del Presidente Bosch, aunque lo negaron antes y ahora”.

El historiador reproduce un documento del Departamento de Estado en el que presentan a De la Riviere como “un soldado de fortuna francés experto en guerrilla”, vinculado a los comunistas, “consejero y traductor” de Montes Arache.

Sentimiento antiimperialista. Claudio Caamaño combatió junto a André de la Riviere en la zona de Santa Bárbara. Conoció también su pasado, la pasión con que luchó al lado de los dominicanos y las circunstancias de su muerte trágica.

Cuando el Gobierno estaba establecido, Claudio, el cuarto hombre en importancia del gabinete caamañista, fue buscado por una amiga de Samaná apellido Lalane, informándole que el francés quería conocerlo. Hablaron largamente hasta que André le comunicó su objetivo: que podía traer armas desde Haití. Claudio se lo manifestó al Presidente y este recibió a André en sesión privada que fue interrumpida por Montes Arache, cuenta el entonces mayor, asistente del Comandante Central Constitucionalista.

Caamaño Deñó rechazó la oferta pero a partir de ese encuentro del que André salió junto a Montes Arache, De la Riviere se volvió inseparable del hombre rana, asegura Caamaño Grullón.

“El era de sentimientos antiimperialistas, era un combatiente de experiencia, muy valiente, de gran valor personal”, significa Claudio. Dice que debió tener alrededor de 32 años, que era de buen físico, muy bien parecido, agradable en su trato, atlético y piensa que para 1965 llevaba poco tiempo en el país. “Cuando lo mataron iba en un jeep con Héctor Lachapelle”, exclama Claudio, quien representó al Presidente en la misa de Riviere “porque estaba también Lora Fernández y la guerra no podía quedarse sola”.

Con Benítez Rexach. El segundo teniente Estrella Fernández relata que conoció a André de la Riviere en 1960. “Había un barco tanquero, el San Rafael, que estaba en muy mal estado y lo amarraron al lado del puente Duarte, en la ribera del Ozama, lo fondearon ahí hasta que se dañó y se hundió”.

Añade que ocasionaba problemas a embarcaciones que pasaban a cargar cemento para la fábrica de cementos “Colón”, ya que eran atraídas por el metal de la nave desperfecta y la Marina resolvió sacarla, refiere Estrella, quien entonces pertenecía a los Hombres Rana. Fue llamado junto a Carlos Adriano Bodden Pérez, Eduardo Abreu Heredia, Ramón Mauricio Villanueva, Montes Arache y otros para destruirla con explosivos.

“Llevamos un equipo de buceo y un ponchón, sacamos ese metal y lo llevamos a Metaldom”.

Al frente de donde ellos trabajaban “había un dique pequeño del ingeniero Félix Benítez Rexach que había contratado a André de la Riviere como buzo para esos trabajos y lo estacionó en ese pequeño dique”, agrega Estrella.

De la Riviere se sorprendía viendo cómo los hombres rana destruían el barco con explosivos y ese sistema le despertaba curiosidad porque ellos no lo usaban, dice. “Cruzaba donde estábamos nosotros y se mantenía ahí. Así se hizo muy amigo de Montes Arache con quien salía a divertirse”. Estrella Fernández lo encontró después en la guerra, “en todos los frentes, junto a Montes Arache”.

“Por principio”. Según Tad Szulc, André nació en el Marruecos francés y sirvió en el Ejército de Indochina (Vietnam). Tenía el rango de teniente y estaba a cargo de la disciplina de esa unidad. “Luego de la campaña en Indochina y durante la revolución de Argelia, Riviere se afilió a la Organización del Ejército Secreto (OAS), un grupo terrorista que peleó para mantener Argelia como francesa. Por ello salió del ejército francés. No perdió tiempo para comprometerse con sus nuevas actividades en el Caribe, dado su temperamento”.

En una breve entrevista que le hicieron periodistas franceses en la Revolución, localizada en Berlín y subtitulada por Pablo Gómez Borbón, André declaró que participaba por principios y que estaba “dispuesto a todo”.

Cuando le preguntaron si él y los demás líderes eran comunistas contestó: “Los grandes defensores del mundo libre me dan asco”. Y agregó: “Le aseguro que la guerra que hacemos es justa”. Manifestó que los norteamericanos estaban enfermos. “Cuando quieren ahogar un perro dicen que tiene la rabia”.

Jean Pierre André de la Riviere fue asesinado el 15 de junio cuando conducía un jeep descapotado por la Isabel la Católica en dirección a la iglesia de Santa Bárbara. Iba en busca de un sello oficial donde el combatiente Ramón Emilio Mejía del Castillo, “Pichirilo”, comandante de San Antón, que confundió con otro “Pichirilo” llamado Manuel Emilio, del personal de la Intendencia, que estaba en la Santomé esquina Conde. Los disparos de los norteamericanos impactaron mortalmente en su garganta. Fue enterrado en el cementerio de la avenida Independencia donde se observa a Montes Arache devastado

El asalto del Palacio Nacional en 1965



Tony Raful

El Palacio Nacional, fue inexplicablemente abandonado por los constitucionalistas la tarde del 27 de abril  de 1965, luego de la histórica reunión en la Embajada norteamericana, en la cual, fracasó la mediación para poner fin a la sangrienta guerra civil que desataba los demonios de los bombardeos a la población civil y anunciaba la entrada triunfal de la infantería del Centro de Enseñanza de las  Fuerzas Armadas a la ciudad. 

El Palacio Nacional fue ocupado sin disparar un tiro por un batallón militar  que entró a la ciudad desde Haina. Curiosamente este batallón militar que entró al Palacio Nacional  el 28 en horas de la tarde, no respondía a los intereses del grupo de San Isidro, encabezado por el general Wessin,  sino al llamado “clan de San Cristóbal”, que fue parte de la conspiración militar contra el Triunvirato, y que se desligó de la consigna de “retorno a la constitucionalidad sin elecciones”, proponiendo en cambio una Junta Militar provisional de tres meses para propiciar elecciones libres con el retorno de Bosch y Balaguer al país. Al tomar la decisión de ocupar el Palacio Nacional, ese batallón pretendió mantener su condición de “independiente” tanto de los constitucionalistas como de San Isidro. Quizás hubo en algún momento la posibilidad de negociar con el grupo ocupante del Palacio, la unidad con los constitucionalistas, porque ese grupo odiaba al sector encabezado por Wessin, y sus principales jefes habían sido  cancelados o deportados del país como el coronel Neit Nivar Seijas, y tenía vasos comunicantes con  oficiales constitucionalistas que originalmente estaban asociados a los militares balagueristas. Entre las primeras horas de la tarde del 28 de abril y la mañana del 29, este batallón no estaba cerrado ni excluía un acercamiento con los constitucionalistas, que estaban engrandecidos luego de haber vencido a los tanques y a la tropa élite de San Isidro en  la batalla del puente Duarte. Es más, el 29 de abril en horas de la mañana los constitucionalistas obtuvieron otra contundente victoria militar al tomar la Fortaleza Ozama en el centro colonial de Santo Domingo.  

El Palacio de la Policía Nacional estaba cercado por tropas constitucionalistas, y era cuestión de horas o minutos, la caída de ese importante fortín policial.  El día 28 de abril de 1965, se produjeron los primeros desembarcos de tropas norteamericanas, luego de la derrota de Wessin, pero los marines no impidieron las acciones militares emprendidas por el mando militar constitucionalista después de la increíble victoria del atardecer del 27 de abril. Los constitucionalistas, aún con la información de la invasión norteamericana, se movieron libremente en la ciudad de Santo Domingo, con una ofensiva impresionante, totalmente recuperados del asilamiento masivo del gobierno del doctor José Rafael Molina Ureña y de los principales líderes del PRD.  El establecimiento del “corredor de seguridad” que dividiría la ciudad, salvó  momentos antes de caer, rendida ante los constitucionalistas, al Palacio Policial y evitó un  acuerdo con el batallón del “clan de San Cristóbal”, que no estaba en condiciones de resistir un enfrentamiento militar en esos momentos y que hubiera preferido un  pacto con los constitucionalistas y jamás un acercamiento con Wessin. 

La intervención militar extranjera cambió totalmente la correlación de fuerzas lograda el 27 en la tarde y consolidada los días, 28 y  29 de abril, con la toma de la Fortaleza Ozama y el desmoronamiento en manos constitucionalistas de todos los cuarteles policiales y recintos  militares (estos últimos cambian su posición frente al hecho histórico de la invasión). Las tropas norteamericanas colindan con el Palacio Nacional en el llamado “corredor de seguridad”, y entre las primeras medidas tomadas en conjunción con el alicaído general Wessin, cambian las tropas del batallón del “clan de San Cristóbal”, por tropas frescas wessinistas, a las que se les proporciona alimentos y recursos logísticos.  Cuando la tarde del 19 de mayo de 1965 los constitucionalistas encabezados por los coroneles, Manuel Ramón Montes Arache y Rafael Tomás Fernández Domínguez, intentan recuperar el Palacio Nacional, lo hacen partiendo de una lógica político militar correcta. Un acontecimiento amenazaba con liquidar el movimiento constitucionalista, y lo era, el avance de  las tropas del CEFA y Wessin (ya reconstruidas por la ayuda interventora) en la parte norte de la ciudad con la llamada “operación limpieza”. 

A pesar de una heroica resistencia de los comandos constitucionalistas durante una semana de combates, éstos no pudieron reabastecerse de municiones por el impedimento del “corredor de seguridad”. Se hacía necesario un golpe contundente que frente a la barrida del CEFA en la parte norte, restableciera la moral constitucionalista. Era un golpe psicológico, la toma del Palacio, símbolo del Poder político, compensaba la derrota de la parte norte. Además una revolución en reposo era una revolución con mínimas capacidades de negociación política.  El coronel Fernández Domínguez había venido al país a  convencer al presidente Caamaño  de renunciar y promover la salida de la fórmula del gobierno provisional con Antonio  Guzmán y la reposición de la constitución del 63, enviado por Bosch, que el presidente Johnson había aprobado. Cumplió con tramitar el mensaje, pero convenció al presidente Caamaño, de que la mejor negociación era combatiendo y sumando territorios. Fernández Domínguez, intrépido y valiente, cayó en defensa de la dominicanidad. Volveremos sobre el tema de las posibilidades de victoria de dicha acción y de las causas verdaderas del fracaso militar

Un 19 de mayo de 1965 murió Illio Capocci en el intento de toma del Palacio Nacional

 


 751

Fue un militar italiano que abrazó la causa de la lucha dominicana por el retorno a la constitucionalidad en 1965. Era instructor del cuerpo de Comandos de “hombres ranas” de la Marina de Guerra Dominicana

Illio Capocci junto a el combatiente Constitucionalista Simón Enrique Cruz Valenzuela,“El Ranita”.

Cuando estalló la contienda bélica de 1965, Capocci era entrenador del cuerpo de “hombres rana” de la Marina de Guerra Dominicana, unidad que comandaba el coronel Manuel Ramón Montes Arache. Desde principio del conflicto, Capocci asumió un papel relevante dentro del movimiento rebelde. Participó en los combate del Puente Duarte, el 27 de abril de 1965. Al terminar la batalla con la derrota de las tropas de la Fuerza Aerea y el CEFA sugirió a coronel Caamaño y a su comandante Montes Arache que siguieran hasta San Isidro para terminar con las derrotadas y desmoralizadas tropas de Wessin y sus generales que le apoyaban, a lo que le respondieron sus comandantes que ¨Primero debemos reorganizarnos nosotros¨, luego reconocieron que Illio Capocci tenía razón debieron haber tomado a las fuerzas dispersas que se resistían ala cuenta a la constitucionalidad que era la demanda fundamental de las fuerzas constitucionalistas que habían derrocado al Triunvirato de de Donald Joseph Reid Cabral.

André de la Riviere con combatientes

Donde estuvieran el presidente Caamaño o el coronel Montes Arache estaba él, junto a Jean Pierre André de la Riviere, conocido como André Riviere francés, Capocci audaz, valiente, estratégico, avizor, leal a los constitucionalistas, patriota como un dominicano más pese a ser italiano.

Para muchos era una novedad su entrega habiendo él formado parte de las tropas de Otto Skorzeni, oficial alemán nazi de las fuerzas especiales de Benito Mussolini, pertenecido a la Legión Extranjera francesa y llegado al país contratado por Trujillo para formar el Cuerpo de Hombres Rana que tomarían parte en el atentado contra Rómulo Betancourt, entre otras funciones.

Pero “el Maestro”, “el Profesor”, como le llamaban, prefirió morir defendiendo la soberanía de este país que había convertido en su Patria, en el que tuvo grandes amigos, mujer y supuestamente una hija.

Ilio Capozzi es apenas reconocido por los que vivieron la gesta y recordado por agradecidos discípulos como el alférez de navío Pedro Germán Ureña Ovalle y el teniente coronel de la policía, capitán de fragata Eddyberto Estrella Fernández, quienes lo conocieron desde los años 50 del siglo pasado cuando llegó a la República hasta que cayó derribado en el asalto al Palacio Nacional por el fuego de norteamericanos y de nacionales contrarios a la conflagración.

Illio Capocci, Claudio Caamaño y un grupo de militares constitucionalistas

Casi todos los autores de abril lo citan aunque sin ofrecer datos biográficos ni destacar su heroísmo, su arrojo, su casi inmolación. Bonaparte Gautreaux Piñeyro es quien aporta mayores detalles y anécdotas de Capozzi en su libro “Santo Domingo, Guerra Patria 1965. Mi memoria. Una visión personal”.

Capocci formó parte del grupo de rebeldes que planearon tomar militarmente el Palacio Nacional, a la sazón ocupado por miembros del “Gobierno de Reconstrucción Nacional” del general Antonio Imbert Barrera y apoyados por tropas estadounidenses. El 19 de mayo de 1965 durante el intento de toma, Capocci cayó mortalmente herido en los jardines del Palacio Nacional, por el fuego de las tropas de ocupación. En esa fallida operación también cayeron abatidos el coronel Fernández Domínguez, Juan Miguel Román y Euclides Morillo, entre otros combatientes constitucionalistas.​
Sus restos reposan en el cementerio de la avenida Independencia en Santo Domingo.

Trujillo crea la “Escuela de Comandos” de la M de G

Illio Capocci

Agregan que Ilio era mayor en edad y les daba clases de natación. “Después de la Segunda Guerra Mundial era soldado de Benito Mussolini; se alistó como legionario en un batallón que tenían los franceses en Argelia hasta que vino en 1957 o 1958 por insinuación de Marco Antonio Sorssini que empezó a formar un equipo de instructores. Tudesco reunió a los nadadores de combate italianos y un especialista en judo de Italia, Bolpi”.

Los dos oficiales estuvieron como sus alumnos en Sans Soucí, Caldera y Salinas en cursos de natación, eliminación de centinelas, asalto a establecimientos o campamentos, explosivos, manipulación y uso de ellos con fórmulas. “Usábamos mucho el TNT y la dinamita”, apunta Estrella.

El Hombre Rana, explican, “es un soldado del mar que pelea en el agua con explosivos, participa en desembarcos, etc.”. Montes Arache tenía a su cargo “la logística: imponer disciplina, nombrar oficiales, proveer de raciones, ropa… Primero hacía esas funciones Miguel Jacobo y después Montes que se interesó por el adiestramiento y lo hizo”.

En la Revolución. Al empezar la revuelta, Montes Arache anunció: “Me voy para la revolución, no quiero que nadie me siga, yo me voy solo”, refieren los entrevistados. “Pero nos fuimos casi todos los Hombres Rana, éramos 107, de tres cursos, y nos unimos 99, quedaron ocho del otro lado”, significa Ureña, entonces sargento mayor encargado de ese Cuerpo y jefe de la escolta del coronel Caamaño. Eddyberto era segundo teniente de la Policía Nacional y había sido marino cuando se integró a los Rana. Estuvo con Montes Arache en todos los frentes de la Revolución y junto a ellos, Ilio Capozzi y André de la Riviere.

Illio Capocci conversa con el presidente Francisco Alberto Caamaño Deñó

Ureña fue quien sacó a los Rana de Sans Soucí y de la jefatura de Estado Mayor el 24 de abril cuando iban a apresar a Donald Reid. Montes Arache lo escogió junto a Carmelo Águeda de León, Antonio Manzueta, Gerardo Cruz, Eddy Melo Ortiz, Alfredo Rosario Acosta, Rafael Peña Báez y Tomás Torres y comunicó a Caamaño: “Ahí te dejo a mis mejores hombres”. Cuando cita a Tomás Torres, Ureña estalla en llanto porque fue el primero de sus compañeros en morir, en la batalla del puente Duarte.

Capozzi se integró a la guerra, añade Ureña, “y estuvo todo el tiempo cerca de Caamaño y Montes Arache. Era un poco mayor, quizá tenía 60 años, alto, delgadito, blanco, no hablaba bien el español pero lo entendíamos”.

Dicen que demostró admirable determinación en el puente “con su fusil, muy aguerrido. Los guardias abandonaron el escenario, si hubiésemos querido tomábamos a San Isidro y los tumbábamos”, aseguran.

Según Estrella Fernández, Ilio Capozzi tuvo una compañera llamada Rita y piensa que una joven deportista apellido Capozzi pudiera ser su hija.

Ilio Capozzi, quien figura en una resolución del Ayuntamiento para ser reconocido con una calle de Santo Domingo, “quiso seguir al coronel Rafael Fernández Domínguez en el asalto al Palacio y lo mataron agarrado a la verja para entrar, era el que más cerca estaba de la puerta. Está enterrado en el cementerio de la avenida Independencia”. Esa es la versión de Ureña y de Estrella.

Gautreaux Piñeyro escribió que el 18 de mayo Capozzi entregó a Caamaño su reloj de pulsera alegando que tomaba el Palacio o no volvía. La viuda del ex Presidente, María Paula Acevedo, aseveró que el coronel luego dio la pieza a la viuda de Ilio.

El 19, los revolucionarios intentaron entrar al Palacio por las calles Julio Verne, Uruguay y 30 de Marzo y encontraron una cerrada resistencia. “Se dieron cuenta de que la información sobre el número de tropas en el Palacio estaba desactualizada”, anota Gautreaux.

Capozzi subía al frente de una columna de Hombres Rana por la Julio Verne, seguido de cerca por militares de su bando. Mientras más se acercaban mayor era el fuego enemigo. “Al llegar a la última casa de la Julio Verne y Uruguay Capozzi seguía en la punta de la escuadra y nos ordenaba y nos alentaba que continuáramos, pero era imposible. El Maestro asumió una actitud suicida y continuó disparando mientras avanzaba hacia el Palacio”, relató el sargento BZ Quezada a Bonaparte Gautreaux.

Señala que los anticonstitucionalistas estaban en mejor posición para repeler el ataque, tenían muchos proyectiles y ametralladoras pesadas. Los constitucionalistas, con fusiles y ametralladoras livianas, al descampado, “no podíamos lograr el objetivo”.

Illio Capocci y unconstitucionalista

Capozzi insistió, seguía tirando hacia delante “bajo una verdadera cortina de disparos. Cuando llegamos a la última galería, cuando había que seguir sin ninguna protección, decidimos no continuar. El Maestro Capozzi proseguía llamando hasta que no escuchamos su voz y determinamos retirarnos…”.

Su cadáver fue hallado en el jardín de la casa desde donde realizó los últimos disparos, fue rescatado al otro día por monjas del hospital Padre Billini “luego de que se lograra el permiso de José Antonio Mayobre representante al secretario general de la Organización de la ONU como mediador durante la Revolución Dominicana.”.

 

Archivo del blog