martes, septiembre 21, 2021

En memoria a un gran hombre a Sergio Bautista mi padre.


Hoy que ya no está mi padre, sólo me queda recordarlo en su infinita grandeza, de hombre bondadoso y solidario que se dejó querer de todas aquellas personas que lo conocieron
Ese hombre analfabeto y simple
Ese hombre analfabeto y simple
que nació un día después
cuando ya nadie lo esperaba
es mi padre
labriego empedernido
que descifró la nomenclatura
silvestre del bosque
hijo de la noche y el rocío
enamorado eterno de la luna
jinete invisible
cazador de quimeras
guardián de los charcos sagrados
cimarrón herido por el tiempo
Fantasma que sobrevive al olvido
en los brazos de una ciguapa
transeúnte solitario
que deja sobre el asfalto
sus huellas de mar y salitre
centauro que se pierde
más allá del paisaje horizontal
de la imaginación
que recrea memorables batallas
del hombre contra sus sueños.
Domingo Acevedo.
A mi padre.
Mis padres
I
Mis padres
habitantes de las noches
más lejanas del olvido
inquilinos del rocío
hijos de la pena
náufragos del hambre
II
Mis padres
alegres tamboreros del alba
que tejen con sus manos tiernas
los colores vegetales del bosque
anónimos cazadores de sueños
que hacen surcos de amor en el viento
en donde siembran la vida
III
Mis padres
peregrinos de la sed hundiéndose en la lluvia
temblorosas sus huellas
se deshojan en la piel arrugada
del camino amarillo del otoño
sus voces cuajadas de silencio
tienen profundas raíces de ausencia
y entre sus ojos
el sol del crepúsculo estalla en la sed
del dolor ancestral del desarraigo
pesa tanto la sangre en el recuerdo
que deja en la mirada por siempre
una pena escondida
IV
hijos de un dolor lejano
mis padres
cargan sobre sus hombros el peso
de una historia antigua y amarga
de barcos de sangre naufragando en los sueños
perforados por los disparos de los arcabuces
que en el génesis del aire
sembraron de cadáveres la primavera
salpicando de sangre los espejos del tiempo
V
Mis padres
ángeles de ternura que habitan
en los fantásticos parajes del aire
donde siembran esperanzas
en las claras llanuras del rocío
en donde el amor estalla
entre las manos del viento
y en donde la vida
a pesar de todo
germina en el canto de los labradores
Domingo Acevedo.
A mis padres.

















Septiembre Azul de Luto.

Un homenaje a todos los que aquí en la Rep.. Dominicana y el mundo han caído defendiendo la justa causa de la libertad.

Septiembre Azul de Luto.

 

I

 

Quiero amor que me recuerdes

este septiembre azul de luto

en que nuestros muertos

permanecen recientes

en el tiempo de flores

de esta primavera muerta

intacta bajo las ruinas

de la historia

que bajo las cenizas aún tibias

guardan petrificado el olor

a sangre de la pólvora

 

II

 

Quiero amor que me recuerdes

precisamente esta tarde

en que después de la lluvia

por las calles húmedas y frías

ondean las banderas fúnebres

por los que se han ido

por los que ya no volverán

esta tarde en que después de la lluvia 

amordazamos nuestra ira

y todo nuestro rencor

se reduce al silencio de unas lágrimas

secretas y breves

que surgen de nuestros pechos

hechas un grito desgarrador y sordo 

que estremece los cimientos de la multitud

envuelta en su gris melancolía de lluvias

y nostalgias

que perfora el alma de cenizas

de las golondrinas de plata

que todas las tardes

sueñan con ser estrellas

de las noches cálidas

de un verano incierto

 

III

 

Quiero que me recuerdes 

hoy más que nunca

oh amor

en que para siempre

me he quedado solo

perdido entre las brumas

de esta tarde abismal

por cuya oquedad

la multitud se escapa 

del tiempo que oxida sus sueños

que la dispersa

que la arrincona contra la nada

la multitud que aún clama y grita

por los que se han ido

por los que ya no volverán

y sus gritos de siempre

se pierden entre la brizna

de la noche eterna

de un tiempo amargo

donde el terror

redujo nuestra existencia

a la clandestinidad del exilio y la muerte

 

Dedicado a todos los mártires

de Septiembre

 

Estupor

 

Después del estupor

nos queda la terrible sensación de la ausencia

y un hondo vacío nos llena

y la soledad nos atrapa

en su irreal maraña de silencio y angustia

y la alegría desde entonces

nos sabe amarga

y en medio de la pena

el recuerdo de los amigos

que partieron a destiempo

nos sobrecoge el alma

y nos deja en la boca

el sabor a sangre de la tristeza

por los que partieron con prisa y sin querer

por Mármol

que fue el constructor

infatigable de sueños

el eterno y solidario militante

el combatiente

el hombre

el amigo

leal

y humilde

abnegado

y justo

lo recuerdo

en medio de los gases lacrimógenos

y el fuego de los neumáticos

en medio de las banderas multicolores

entre los estudiantes sudorosos

y las consignas airadas

en medio de todo

siento que retorna en el viento

que germina en la lluvia

y se multiplica entre las flores

sabéis

Mármol

tiene de la noche

la estatura de las estrellas

por Ayanes

que fue siempre díscolo

romántico y fraterno

siempre presto al sacrificio

a dar lo mejor de él en la lucha

por la redención del pueblo

Ayanes

siempre vivirá entre los sueños

de la multitud que ama

y construye con tesón

el futuro cierto de la patria

por Pedro

el militante puro y simple

que nos dejó su sonrisa fresca

su tierna alegría

su ejemplo

sus sueños

un volveré impreso en la noche eterna

de un septiembre envenenado y maldito

que nos arrebató de las manos

a los amigos que no olvidaremos nunca

sé Pedro

que allá entre los sueños y la alegría

entre las mariposas y las flores

duermen ustedes apacibles

esperando que nosotros

construyamos con su ejemplo

la nueva patria

donde ustedes dejarán de ser

simples mártires de la pequeña burguesía

afiches olvidados en paredes húmedas

un recuerdo doloroso en el tiempo

y se convertirán entonces

en luz

esperanza 

amor

y libertad

 

Este poema está dedicado a mis compañeros 

de la Uner, a Pedro, Ayanes y Eduardo, 

caídos en la Universidad Autónoma de Santo Domingo, 

República Dominicana

 

 

Viejo Roble

 

Sé que te levantas

de la sangre todos los días

que germinas

que creces

que vives

que los pájaros cantan

tu alegría de guitarra

y la brisa guarda

tu historia de soldado

pero sabes viejo roble

aún el viento

no logra detener el tiempo

que avanza inexorable

hacía el olvido

mas yo sigo caminando hacia ti

con mis manos

llenas de flores rojas y azules

para enterrar en tu alma la primavera

para que tu mirada quieta

se llene de pájaros y colores

de mariposas y distancias

sabes Mármol

tu ausencia remota

nos entristece y nos duele

por eso te busco incesante

entre las ruinas de la sangre

que manchó de angustia

el rostro alegre

de las horas de septiembre

entre las sombras líquidas

de mis sueños cotidianos

que corren libres y transparentes

sobre la superficie sedienta

de las montañas lejanas

allí te busco

donde sé que habitas

en el apacible eco

de los que sólo han tenido

como voz su silencio

en el ruido de átomo deshecho

por la incertidumbre de la muerte

bajo la tierra te busco

en ella

los que te aman tanto

sembraron tu cuerpo

como quien siembra un árbol

para que germine la esperanza

para que no muera la alegría

y cuando te encuentre viejo amigo

pondré en tu frente

una estrella reluciente y amarilla

para que la luz planetaria

de tu sonrisa

no se apague nunca

para que el marfil

de tus dientes muerda el alba

para que tu rostro sea un espejo puro

y cristalino

donde el hombre pueblo

se pueda mirar a sí mismo

y entienda que en el presente

hay que construir el futuro

a golpe de sacrificios dolor y sangre

 

A Eduardo Mármol, caído en la Universidad Autónoma de Santo Domingo el 23 de septiembre del 1990


Domingo Acevedo.









Fotos tomadas de la red.


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