Cuando Crazy Horse fue apuñalado en Fort Robinson en 1877, su primo Touch the Cloud estuvo a su lado. Negándose a dejar que el gran guerrero Lakota muera abandonado en el suelo, él y algunos otros lo llevaron a la oficina del ayudante - para que su último aliento viniera entre su gente, no sus captores.
Pero lo que siguió sigue siendo uno de los actos más silenciosos pero más poderosos de la resistencia Lakota. Esa misma noche, bajo la vigilancia de los soldados, Touch the Cloud levantó el cuerpo de Crazy Horse, envuelto cuidadosamente en una bata de búfalo. Los ancianos habían preparado un señuelo - el cuerpo de un ciervo, disfrazado para parecerse al jefe caído, dejado atrás para engañar a los guardias.
Los soldados creían que todavía retenían al guerrero. En verdad, Crazy Horse ya había sido llevado a casa, llevado a los brazos de su gente. Su muerte se convirtió no sólo en un fin, sino en un acto final de desafío.
A través de este engaño, los Lakota obtuvieron una última victoria: el derecho a llorar a Caballo Loco a su manera, lejos de los ojos de un ejército que intentó silenciarlo. Y a través de la historia y la canción, el recuerdo de esa noche sagrada sigue vivo - el guerrero que no pudo ser encerrado, ni siquiera muerto.
