sábado, agosto 02, 2025

Hace 40 años, tenías 17 minutos para escapar de un incendio en una casa. Hoy, puede que tengas sólo 3.




 

¿Por qué? Una palabra: sintéticos.
En aquel entonces, las casas estaban construidas con madera sólida y llenas de materiales naturales como algodón, lana y cuero auténtico. Los incendios en esas viviendas se propagaban lentamente, dándote un tiempo precioso para despertar, reaccionar y salir.
Pero hoy en día, casi todo en nuestros hogares —desde sofás y alfombras hasta colchones, cortinas e incluso mesas de café— está hecho de materiales sintéticos derivados del petróleo. Estos se encienden más rápido, arden con mayor intensidad y liberan gases mucho más tóxicos. Lo que antes tardaba más de 15 minutos en convertirse en mortal ahora puede envolver una habitación en menos de tres.
En una prueba dramática realizada por Underwriters Laboratories, dos habitaciones fueron prendidas fuego una al lado de la otra: una amueblada al estilo de la década de 1970 y otra con diseño moderno. La habitación vintage se quemó lentamente, tardando más de 30 minutos en ser completamente consumida. ¿La moderna? Sólo tres minutos. Ese es todo el tiempo que tendrías para darte cuenta de lo que está pasando, alertar a los demás y escapar.
Y no se trata solo de la velocidad. Se trata también de qué es lo que se está quemando. Los incendios modernos generan un humo mucho más venenoso —incluyendo monóxido de carbono y cianuro de hidrógeno— que puede incapacitarte antes de que las llamas se acerquen. De hecho, la inhalación de humo, y no las quemaduras, es la principal causa de muerte en incendios domésticos.
Por eso, contar con alarmas de humo funcionales y un plan de escape bien practicado es más crucial que nunca. Instala alarmas en todos los niveles de tu hogar y dentro de cada dormitorio. Pruébalas mensualmente, cambia las baterías con regularidad y reemplaza las alarmas cada 10 años. Asegúrate de que todos en tu hogar conozcan dos formas de salir de cada habitación, dónde reunirse afuera y qué hacer cuando suene la alarma. Y practícalo: no solo hables de ello.
Puede que no podamos cambiar los materiales en nuestras casas. Pero sí podemos cambiar cómo nos preparamos. Y cuando cada segundo cuenta, la preparación es lo que te da una oportunidad de luchar.
Fuente: “New homes and furniture burn faster, giving you less time to escape” por Jeff Rossen y Josh Davis.

Felipe y Papo.

 Ayer Papo cumplio siete meses desde su partida definitiva de este mundo y Felipe cumple hoy cinco años, recordarlos a mis hermanos es mi deber.

Cimarrón herido por el tiempo
Que te puedo
yo
decir
hermano
sí ya estás muerto
sí te has ido silencioso y solitario
a poblar los lejanos recintos del olvido
sí nos ha dejado aquí
solos
desamparados
tristes en el dolor de tu partida
con las miradas heridas de ausencia
con las manos vacías de ternura
acongojados
arrinconados en la angustia inmensa
de saber que te hemos perdidos para siempre
Sansón de ébano
hijo natural del bosque y la lluvia
cimarrón justiciero que tejía con los hilos del rocío
los colores horizontales de los amaneceres
centauro que habita a la sombra de los recuerdos
cazador siempre al acecho de su presa
entre los matorrales achicharrados por la sequía
pescador
dueño de las noches salitreras del mar Caribe
adormecido al arrullo del canto de los grillos
en tu voz de salitre
el mar aún arremolina estrellas y sueños
A mi hermano Felipe Acevedo
Papo
Papo se dejó morir, no sabemos las razones por las cuales no quiso luchar por vivir, porqué se dejó morir, porque se abandonó al oscuro destino de la muerte, dejándonos con una profunda pena en el corazón.
Siempre lo recordaremos como era, enamorado del monte, de los animales, del mar y las noches solitarias del malecón de Santo Domingo, lo imaginaremos, no sabiendo que dolor escondía en el alcohol y la soledad.
Lo imaginaremos debajo del viejo almendro contándonos historias inventadas de viejo pescador con olor a cielo y salitre, salpicado de estrellas y una inmensa luna llena anclada en los arrecifes de cal de sus ojos oceánicos.
Lo recordaremos siempre atravesando las noches del olvido, tratando de escapar del dolor y la soledad en que inexplicablemente se sumergió, lo recordaremos caminando erguido hacia donde ya no llegará y en donde sus amigos que lo adoran lo esperan con los brazos abiertos para enterrar en su alma la llama de la vida que se le extinguió.
Siempre lo recordaremos, siempre.
A Rafael Acevedo (Papo) mi hermano.
Domingo Acevedo.




El asesinato de Mario Balderas, el 28 de junio de 1969, durante los 12 años de Balaguer.



Mario Balderas nació en la histórica provincia de San Francisco de Macorís en la comunidad de la Penda. En esa comunidad del norte del país conoció en carne propia las arbitrariedades cometidas contra los hombres y mujeres del campo que morían de hambre y abandono mientras que el fruto de su trabajo engordaban los bolsillos y barrigas de sus explotadores.
El Movimiento Popular Dominicano, MPD, verdadero instrumento de la patria, había decidido prestarle la importancia que merecía el movimiento campesino dominicano que para ese entonces estaba orientado por las llamadas Ligas Agrarias Socialcristianas, agentes pagados por el gobierno norteamericano con la clara finalidad de mantener postrado a los pies de los gobernantes los intereses el campesinado Dominicano.
El MPD, comenzó a organizar los Comités de Recuperación de Tierras en todos los campos del país. La sensibilidad de Mario Baldera encontró calido albergue en las filas del Movimiento Popular Dominicano, organización en la cual pudo distinguirse como un gran dirigente.
Los servicios militares y de inteligencia al servicio del gobierno así como los servicios de espionajes extranjeros le dieron seguimiento y ubicación a Mario Baldera, quien con valentía y coraje desarrollaba sus trabajos organizativos sin importarle las consecuencias que ello tuviera.
A los cuerpos represivos del régimen se unieron terratenientes de la zona, los cuales, con el conturbenio del alcalde pedáneo de la sección Honduras, Andrés Taveras y un capitán del ejército conocido como Acosta Infante, tendieron el cerco del que nunca pudo salir el dirigente campesino.
La esposa de Mario Balderas, Rosa Mercedes Paredes García, se presentía la muerte de su pareja y por ello le aconsejaba que saliera de la comunidad hacia otro lugar para que preservara la vida, a lo que su cónyuge le respondía… “Yo no tengo que abandonar mi sitio, no soy un delincuente, solo un luchador para que todos tengamos un pedazo de tierra”.
El presentimiento de la esposa del agricultor se convirtió en realidad el 28 de junio de 1969, cuando miembros del servicio de inteligencia del ejército conocido como G-2 allanaron su residencia y cuando este fue avisado de la presencia de los militares rehusó salir huyendo por lo que fue apresado esa tarde que su familia recuerda con tristeza.
Los esfuerzos por ver a su esposo con vida resultaron inútiles hasta que al día siguiente de su detención, el 29 de junio, le comunicaron que el mismo estaba en la morgue del hospital San Vicente luego que ¨se ahorcara¨, versión que fue rechazada por sus familiares y reclusos que atestiguaron escuchar en horas de la noche como era golpeado inmisericordemente el agricultor asesinado.
El velatorio de Mario Balderas estuvo matizado por una fuerte presencia policíaco-militar pese a lo cual decenas de personas participaron en el mismo y poste-riormente le acompañaron hasta su última morada donde fueron pronunciados encendidos discursos denunciando el asesinato del dirigente campesino.
La muerte de Balderas fue llorada por todos y el Movimiento Popular Dominicano juró que su muerte no sería en vano y que alguien pagaría por el asesinato, promesa que se cumplió a principios del año 1970 cuando un paquete enviado por correo al teniente coronel Juan de Jesús Pichardo Castillo le explotó cercenándole las manos y causando destrozos en la oficina del jefe de la policia en esta ciudad, donde también resultó herido el entonces cabo Torres Kingsley.
Al dirigente campesino le sobrevivieron tres hijos: Mario Miguel, Juan Esteban y Zoila Mercedes, quienes hoy residen en el sector 27 de Febrero, los cuales guardan gratos recuerdos de su padre y levantan orgullosos sus rostros conscientes de que su progenitor murió buscando un destino mejor para ellos y todos los dominicanos.
Texto: Bolívar Beltré

El joven que engañó al sistema y desafió a la historia



En 1838, Frederick Douglass (1818- 1895) tenía apenas 20 años… y una sola idea: huir.
No era un impulso temerario, sino un plan meticuloso que ponía su vida entera en juego. Había nacido esclavo, pero en su mente ya era libre.
–Douglass obtuvo documentos de identidad de un marinero negro libre para poder viajar en tren y barco sin levantar sospechas, según Britannica Kids.
Se puso el traje marinero tradicional: camisa roja, sombrero de lona y pañuelo negro anudado al cuello. En septiembre de 1838 incapaz de arriesgarse a comprar un billete en la oficina donde sería examinado, Douglass se subió a un tren en marcha y viajó desde Baltimore con destino a Havre de Grace, Maryland, a Filadelfia , Pensilvania, y luego a Nueva York donde finalmente se declaró libre.
Encontró un asiento entre otras personas negras liberadas.
Mientras el revisor revisaba los papeles en el tren, Douglass supo que "todo su futuro dependía de la decisión de este revisor". Al no mostrar rápidamente sus papeles, el revisor le preguntó :
Supongo que tienes tus papeles gratis, ¿no?
-A lo que respondí:
—No, señor; nunca llevo conmigo mis papeles de libre comercio cuando voy al mar.
—Pero tienes algo que demostrar que eres un hombre libre, ¿no?
«Sí, señor», respondí, «tengo un papel con el águila americana y eso me llevará alrededor del mundo».
El revisor echó un vistazo al periódico y continuó. Este fue el primero de muchos obstáculos que Douglass superaría en su camino hacia la libertad.
Tras su escape, se casó con Anna Murray, una mujer libre, y se establecieron en New Bedford, Massachusetts.
Pero no se detuvo ahí. Convirtió su fuga en bandera, su voz en lanza, y su historia en causa.
Se volvió uno de los mayores defensores de la abolición de la esclavitud, narrando con crudeza lo que significaba nacer encadenado y vivir con dignidad.
Escapó de las cadenas. Pero nunca escapó del deber de luchar por los que aún las cargaban.
(Red.)

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