sábado, octubre 25, 2025

La canoa de madera indigena, "dugout" o tronco ahuecado




¿Sabías que para los nativos americanos la canoa de madera, especialmente la "dugout" o tronco ahuecado, era una extensión vital de su mundo y una de sus tecnologías más adaptativas?

Su nombre y diseño variaban enormemente según la tribu y los recursos del entorno, pero su función era universal: eran el camino sobre el agua. Se fabricaban principalmente de dos formas. La "dugout" o canoa de tronco ahuecado era tallada de un solo árbol gigante usando fuego controlado y herramientas de piedra o concha, siendo común en las ricas áreas boscosas. La canoa de corteza, una maravilla de ingeniería ligera, se armaba con un armazón de madera y se forraba con corteza de abedul o olmo, siendo típica de las regiones del noreste.
Sus usos fundamentales definían la vida y la cultura. Eran las autopistas de la época, cruciales para el comercio a larga distancia, el desplazamiento de aldeas enteras y la comunicación entre tribus. En el ámbito de la subsistencia, permitían adentrarse en lagos y ríos para pescar y cazar aves acuáticas con una eficiencia imposible desde tierra. Y en la guerra, ofrecían una movilidad silenciosa y rápida para las incursiones guerreras y la exploración de nuevos territorios, siendo un elemento clave en la expansión y la defensa de sus pueblos.

India, ¿el fin de la guerra maoísta?





Guadi Calvo.
La reciente entrega, de manera voluntaria, de sesenta y un dirigentes del movimiento insurgente naxalita a la policía de la ciudad de Gadchiroli en el centro oeste de India en el estado de Maharashtra, a más de novecientos kilómetros al este de Mumbai, la capital estadual, ha abierto un abanico de especulaciones y preguntas, acerca de la continuidad de la guerrilla maoísta que desde 1967, ha tenido actividad en vastas regiones del país asiático, particularmente en lo que se dio a llamar el “Corredor Rojo de la India”, unos 225 distritos de veinte estados los que se corresponden a los más pobres del país, entre los que se encuentran Chhattisgarh, Jharkhand, Odisha, Bihar, Andhra Pradesh, Madhya Pradesh o Uttar Pradesh. (Ver: India, la guerra más remota del mundo.)
Fue justamente la presencia de la insurgencia lo que obligó a los gobiernos estaduales y central a realizar obras de mejoras hacia esas posiciones, comenzando por el trazado de rutas y la construcción de torres de telefonía, además de algunas otras mejoras, las que fueron bien recibidas por la población rural, que comenzó así a dar la espalda a los guerrilleros.
La capitulación de los miembros del Buró Político del Comité Central Naxal de la región oriental, que antes debieron entregar el armamento que poseían del Ejército Guerrillero Popular de Liberación (PGLA). Entre ellos el comandante Mallujola Venugopal Rao, conocido como Bhupathi, que se realizó con la presencia del Ministro Principal (gobernador) Devendra Fadnavis, quien declaró que: “Es un acontecimiento trascendental en la historia del país. La rendición de Bhupathi marca el principio del fin del movimiento naxal en Maharashtra”.
Sin duda, la rendición de Bhupathi, quien milita en la guerrilla maoísta desde 1980 y declaró al momento de la rendición estar “harto del movimiento”, traerá remesones en el núcleo de la organización que desde 2010 viene en franco retroceso, más allá de los intentos por revertir la situación a principio de esta década. (Ver: Mao ataca de nuevo).
En 2015 se había entregado el comandante Gajarala Ashok, que había perdido a uno de sus hermanos en un enfrentamiento armado. Mientras, una de las figuras más importantes de la organización, Narmada Akka, fue arrestada en 2019 en la ciudad de Hyderabad, donde se trataba un cáncer, por lo que murió tres años después. Estas pérdidas dañaron profundamente la estructura del PCI y profundizaron la debacle. Con la reciente entrega de Bhupathi, se señala indefectiblemente el destino final de la guerrilla maoísta india.
Ya en agosto último, el Partido Comunista de la India (Maoísta) en un comunicado ques se conocido un mes después, en el que suspendería su lucha armada. Habría argumentado que su decisión se fundmento por el “cambio del orden mundial y de la situación nacional”, que, sin nombrarlo, refiere a la sustancial mejora de las relaciones entre Nueva Delhi y Beijing, particularmente después de la reunión entre el primer ministro indio, Narendra Modi, y el presidente chino, Xi Jinping, en el marco de la reunión del Consejo de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), que se realizó en la ciudad china de Tianjin entre el treinta y uno de agosto y el primero de septiembre pasados.
Estas declaraciones se contraponen con las emitidas esta semana por el Comité Central, que refiere que “Nuestro partido solo está interesado en resistir la política de rendición del gobierno, así como su línea reaccionaria y represiva”. Adjudicando la primera versión a una campaña propagandística de la inteligencia india.
Con la entrega de los militantes de Maharashtra, se comenzaría a desandar el camino iniciado en 1967 en la aldea Naxalbari, en Bengala Occidental. Un grupo de campesinos dalits (parias, impuros o intocables) y adivasis (pueblos originarios cuya traducción significa “primeros hombres”) se resistieron a los abusos y exacciones de los zamindars (propietarios de la tierra).
Desde entonces, la guerra insurgente dejó al menos doce mil muertos, alcanzando en los primeros años de este siglo su máximo esplendor, cuando llegó a tener cerca de veinte mil milicianos, lo que, en 2009, el entonces Primer Ministro, Manmohan Singh calificó como “la mayor amenaza para la seguridad interna de la India”.
A partir de 2010, el ejército indio realizó diversas operaciones. La guerra sucia de Narendra Modi, lanzada en 2014 tras su llegada al cargo de Primer Ministro, intensificó estas acciones. Al tiempo que el desarrollo económico del país, por lo que millones de personas han podido salir de la pobreza, le han quitado a la guerrilla parte de sus argumentos, más allá de que todavía millones de indios viven sumergidos entre la pobreza y el sistema de castas.
Donde, a pesar de haber sido abolido hace décadas, el sistema de trabajo forzoso y gratuito conocido como vethi sigue activo en lo profundo de la India, en regiones aisladas y marginadas por las políticas federales. Debiendo por deuda, trabajar para privados en áreas como agrícolas, ganaderas, hornos de ladrillos, carbón o servicio doméstico, ya no solo para el Estado, como fue en un principio.
Aquí no se rinde nadie.
Mientras las jefaturas de las distintas policías regionales, siguen incentivando a líderes y cuadros medios de la guerrilla para que se rindan, el Comité Central del partido, y los diferentes órganos partidarios rechazan la rendición del comandante Mallujola,
En un comunicado oficial del principal órgano del partido, informó que continúa respaldando la lucha armada
Mientras las divisiones internas se profundizan, en pocos días a mediada que algunas seccionales, anuncia su voluntad de entregar las armas y rendirse ante las fuerzas de seguridad, otras regionales expresan por medio de comunicados su repudio ante esa decisión, rechazando cualquier la propuesta de entregar las armas, lo que ha sido contundentemente apoyado tanto por el Comité Central, como por el Politburó.
Prueba de la irrevocable decisión del partido, dos de los hombres más comprometidos con la idea de no rendirse, miembros del Comité Central: Kadari “Kosa” Satyanarayana y Katta “Vikalp” Ramachandra, en los bosques de Abujmad, del estado de Chhattisgarh, en el corazón del “Corredor Rojo”. Con estas dos nuevas bajas suman ya doscientos cuarenta y nueve los combatientes muertos en Chhattisgarh, solo en lo que va del año.
Según fuentes del PCI, el gobierno se encuentra en una campaña de información falsa acerca de lo que realmente está sucediendo en el interior del partido y los diferentes frentes de combate Ejército Guerrillero Popular de Liberación, no solo para desmoralizar a sus hombres, sino para restarles el apoyo de los campesinos, que históricamente los han apuntalado en lucha.
Más allá del cruce de operaciones mediáticas y lo que diga el gobierno indio y la respuesta del PCI, una cosa si es palpable la ciudad de Gadchiroli, en Maharashtra, particularmente en la aldea Charbhatti hasta hace poco epicentro de la actividad maoísta, se encuentra en un sostenido retroceso, prácticamente libre de la influencia maoísta. Desde el 2020, poco más de setenta combatientes naxalistas se han rendido, a cambio de una recompensa total de cerca de tres millones de dólares. La decisión de los milicianos, según lo comunicado de las Fuerzas de Seguridad, estarían relacionados con “la desilusión con la ideología maoísta”.
Muchos aldeanos adjudican la decadencia del movimiento insurgente en este sector a la rendición de un comandante conocido como “Suresh”, líder del grupo de la aldea, tras lo que las actividades naxalitas comenzaron a diluirse, hasta el punto de ser considerada libre de toda actividad insurgente. Este fenómeno se conjugó con un modesto plan de obras de desarrollo para la aldea.
Por lo que se ve, la larga lucha naxalita parece estar aproximándose a su fin, aunque las políticas ultraliberales de Narendra Modi harán que una vez más, en algún remoto lugar de la India, recomience una nueva guerra en procura de justicia.

PEDRO ALBIZU CAMPOS, MÁRTIR DEL INDEPENDENTISMO PUERTORRIQUEÑO



por Fernando R. Quesada Rettschlag | 13 mayo, 2024 | Historia | 1 Comentario
Pedro Albizu Campos, siendo detenido en 1950
El más destacado defensor de la independencia de Puerto Rico en el siglo XX, Pedro Albizu Campos, fue hijo ilegítimo de Alejandro Albizu Romero (1843–1920), un funcionario de aduanas nacido en Ponce de padre venezolano y abuelos españoles, y de Juliana Campos Campos, una lavandera mulata descendiente de esclavos africanos. Pedro nació en Ponce el doce de septiembre de 1891 y falleció el veintiuno de abril de 1965 a consecuencia de las torturas recibidas en la cárcel de San Juan por orden del gobierno estadounidense.
Con cuatro años quedó huérfano de madre y lo crio su tía materna Rosa. Su padre no lo reconoció ni le dio legalmente su apellido hasta que, con catorce años, entró en el Ponce High School. Desde niño fue un estudiante brillantísimo con una inteligencia muy destacada, y gracias a las becas que ganó pudo estudiar en universidades estadounidenses[1]. Estudió Ingeniería Química en la Universidad de Vermont, y Derecho y Humanidades en la de Harvard. Además de conocer el griego y el latín, hablaba con fluidez, inglés, francés, italiano, alemán y español, su lengua materna. En Harvard conoció a su futura esposa, la peruana Laura Emilia Meneses del Carpio (1894–1973). Presidió la organización estudiantil Caballeros de Colón, creada por él para agrupar a los estudiantes hispanoamericanos. También fue presidente de Cosmopolitan Club, organización que agrupaba estudiantes de todas las nacionalidades, pensamientos e ideologías en la que hizo amistad con dos compañeros que jugarían después importantes papeles en las independencias de la India y de Irlanda respectivamente: Subhas Chandra Bose que sería estrecho colaborador de Mahatma Gandhi, y Éamon de Valera que llegaría a ser presidente de Irlanda. Durante la Primera Guerra Mundial se alistó voluntario en el Harvard Reserve Officers Training Camp y sirvió durante cuatro años en el Ejército de Estados Unidos. Fue teniente en el Regimental Staff 375th Infantryque, como todas las unidades puertorriqueñas creadas durante la I Guerra Mundial, estaba segregado racialmente. Y, como además de hispano era mulato, fue destinado a un batallón compuesto exclusivamente por negros. No llegó a ser enviado al frente europeo. Terminada la guerra, finalizó sus estudios de Derecho.
Albizu sufrió el racismo, la discriminación y el colonialismo en carne propia, y dada su despierta inteligencia y su sólida formación, no cabe duda de que comprendió las diferencias entre los imperios generadores y los imperios depredadores medio siglo antes de que el filósofo español Gustavo Bueno Martínez (1924–2016) acuñara esos conceptos. Cuando Pedro nació, Puerto Rico era todavía una provincia española con idéntico estatus legal que el resto de provincias españolas y con representación en las Cortes españolas. Los puertorriqueños eran españoles con idénticos derechos y deberes que el resto de españoles, fuera cual fuera el color de su piel y su lugar de nacimiento. Además, en 1897 Puerto Rico, junto con Cuba, obtuvo el primer Estatuto de Autonomía aprobado por las Cortes españolas. En cambio, cuando Pedrito —así lo llamaban familiarmente— llegó a tener pleno uso de razón, Puerto Rico era ya una colonia explotada por el imperialismo estadounidense. En la universidad, Pedro conoció la historia de Roma, y es precisamente ese conocimiento el que permite distinguir el concepto de imperio del concepto de imperialismo, y diferenciar las políticas imperiales de las imperialistas[2]. En los imperios como el romano o el español, ni los territorios ni los pueblos conquistados son considerados como un botín sino como una ampliación de la metrópoli. Para los imperialismos como el portugués, el inglés, el holandés, el francés, el alemán, el belga o el estadounidense, tanto los territorios como los pueblos conquistados son considerados permanentemente como un objeto de saqueo. La acción imperial se implementa mediante el mestizaje de linajes y la integración de culturas, mientras que la acción imperialista se desarrolla mediante la limpieza étnica, es decir, el exterminio de la población autóctona y su sustitución por invasores llegados de la metrópoli o, si lo numeroso de la población hace imposible su exterminio, la imposición de la segregación racial, que en el caso de los imperialismos reformados es despótica y absoluta. España, heredera de Roma y creadora del humanismo cristiano español —trasladado a la jurisprudencia por los sabios de la Escuela de Salamanca—, fue un imperio generador que descubrió un mundo nuevo y generó un pueblo nuevo. En cambio Inglaterra, heredera de la Reforma, fue un imperialismo y como tal exterminó a los indí­genas de América del Norte, de Australia o de Tasmania, e impuso la segregación racial en Nigeria, Sudáfrica o la India, donde la población nativa era demasiado numerosa para exterminarla. Otro tanto hizo la calvinista Holanda en sus colonias. Y Alemania, cuna del luteranismo, exterminó a los indígenas de Namibia. Incluso Francia y Portugal, a pesar de ser católicos como España, se comportaron en sus colonias como imperialismos depredadores. En cuanto a Estados Unidos, esto es lo que opinaba otro puertorriqueño acérrimo de la independencia, Eugenio María de Hostos Bonilla (1839–1903)[3]:
Puerto Rico ha sido anexada por la fuerza. Ya está rota la tradición jurídica: ya está violado el principio federativo […] Es una convicción inconfesa de los bárbaros que intentan desde el Ejecutivo de la federación popularizar la conquista y el imperialismo, que para absorber a Puerto Rico es necesario exterminarlo; y, naturalmente, ven como hecho que concurre a su designio que el hambre y la envidia exterminen a los puertorriqueños, y dejan impasibles que el hecho se consume.
La lúcida inteligencia de Pedro Albizu comprendió con claridad las diferencias antedichas. Por eso defendió siempre la obra de España en América y ensalzó la herencia española y católica de Puerto Rico, tal y como evidencian estas palabras[4]:
[…] tenéis que volver por los fueros de vuestros propios orígenes. Aquel que no es orgulloso de su origen no valdrá nada nunca porque empieza por despreciarse a sí mismo. Por eso nosotros veneramos el nombre de España, porque para nosotros significa la ciencia del Derecho, las ciencias positivas, la ciencia de la moral y la tradición cristiana de nuestro pueblo.
Y en relación a las políticas imperialistas estadounidenses en Puerto Rico, entre otras cosas escribió[5]:
Las naciones intervenidas como la nuestra sumarán su riqueza a la del poder que las domina para beneficio exclusivo de éste […] Los Estados tienen formas de amparar sus propósitos más nefastos con dulces palabras de igualdad, fraternidad, libertad y democracia […] Es una insensatez creer que los invasores tengan otro interés que no sea la explotación de Puerto Rico. […] Como ningún imperio puede mantenerse sin la cooperación de los naturales del país ocupado por la fuerza, se sirve de ellos pero los desprecia. […] El amo nunca confía en sus esclavos.
En consecuencia, fiel a sus principios y convicciones, cuando regresó a Puerto Rico y terminó Derecho (1921) renunció al provechoso futuro que le hubiera deparado el lucrativo ejercicio de la abogacía y se consagró en cuerpo y alma a la tarea de convencer a los puertorriqueños de que debían sacudirse el yugo colonial estadounidense. En palabras de Arcadio Díaz Quiñones[6]:
En ausencia de una tradición bélica, lo que hizo Albizu fue audaz y paradójico. Aquel joven mulato… uno de los primeros puertorriqueños que logró formarse en las universidades de Vermont y de Harvard, perfectamente bilingüe, de forma inesperada se negó a aceptar los fundamentos mismos de la política de la colonia y rehusó cumplir con el prestigioso papel social para el que se había preparado como abogado. Militarizó la política, enardeció al país, internacionalizó el caso de Puerto Rico y desencadenó la potencia represiva del régimen.
En 1925 ingresó como vicepresidente en el Partido Nacionalista recién creado por José Coll y Cuchí. En 1927 fundó en Cuba la Junta Nacional Pro Independencia de Puerto Rico, envió a su familia al Perú y, durante tres años, viajó por las Antillas, América Central, México y Venezuela recabando apoyos para la causa independentista puertorriqueña. En 1930, junto con su familia regresó a la isla. Ese mismo año fue nombrado presidente del Partido Nacionalista.
Albizu añoraba la economía comercial, agrícola y ganadera del siglo XIX, cuando más del ochenta por ciento de los puertorriqueños eran propietarios de su parcela de terreno. La colonización estadounidense había forzado la concentración de fincas impuesta por el capital invasor en las primeras décadas del siglo XX, cuando las grandes corporaciones estadounidenses adquirieron la propiedad de las tierras productivas y las dedicaron al cultivo exclusivo de caña de azúcar para surtir a la central azucarera. Los puertorriqueños, por obra y gracia del colonialismo, se transformaron de propietarios en jornaleros. En 1930, cuando la Gran Depresión había sumido a Puerto Rico en la miseria, Pedro Albizu clamaba por[7]:
[…] suprimir el acaparamiento de los recursos. Tenemos que distribuirlos entre nuestro pueblo. Debe surgir la legión de propietarios que teníamos en 1898. [los partidarios del dominio colonial estadounidense] olvidaron que en el 98 éramos dueños de nuestra propia tierra. Estaba en nuestras manos casi totalmente. Esa era la base de la vieja felicidad colectiva que se ha extinguido. […] Es forzosa una política agresiva ante esa penetración para ofrecerle toda resistencia posible.
En 1933, la renta per cápita había descendido un setenta por ciento. El salario de los cortadores de caña se había reducido de noventa a cincuenta centavos por día de trabajo que era lo que ganaban a finales del siglo XIX, pero la libra de pan[8] había subido de cuatro a diez centavos y el litro de leche de cinco a catorce centavos[9]. La ayuda per cápita que el gobierno estadounidense destinó a Puerto Rico durante la Gran Depresión, fue muy inferior a la destinada a los estados continentales y a Hawái. A consecuencia de la hambruna, la salud de la población se deterioró hasta el punto de que los sanos enfermaban y los niños, ancianos y enfermos morían a causa de la malnutrición. Juan Sáez Corales, que llegaría a ser presidente de la Confederación General de Trabajadores (CGT), nos cuenta[10]:
Las mil enfermedades que producen el hambre y la miseria cayeron siempre sobre los pobres. En mi familia el balance fue desastroso. Toda la familia enfermó. Mi hermanita menor, de apenas tres años, murió. Siempre he creído que su muerte la ocasionó el debilitamiento físico causado por el hambre.
La caña de azúcar llegó a ocupar casi toda la tierra cultivable desplazando a otros productos de primera necesidad que tenían que ser importados con el consecuente encarecimiento. En 1935, el 45,2% de la superficie cultivada estaba concentrado en el 2,4% del total de fincas[11]. Por mucho que en el debate entre anexionistas e independentistas los primeros acusaran a los segundos de idealizar el pasado español de la isla, no se puede negar que en los años treinta la población vivía infinitamente peor que a finales del siglo XIX, cuando Puerto Rico era provincia española y la legión de propietarios disponía como mínimo de unas cabras u ovejas, unas gallinas, algún cerdo, unos frutales y un huerto en el que cultivar lo que les viniera en gana. No es de extrañar que Albizu se enfrentara al poder colonial responsable de tal desafuero. Y para resistir los mecanismos militares, políticos, culturales y jurídicos del imperialismo, enarboló la religión católica de la hispanidad, mucho más antigua que el protestantismo estadounidense, como un desafío a la religión imperialista. Para él, la civilización hispano-católica representaba la autoridad de la tradición, en contraposición con el mundo protestante anglosajón que, so capa de traer ideologías de progreso, representaba el racismo, la segregación y la explotación.
En 1933, el Partido Nacionalista organizó una huelga contra las empresas que tenían el monopolio eléctrico de la isla y, al año siguiente, otra contra las compañías azucareras. La movilización social fue un éxito y como respuesta, en febrero de 1934, el presidente Roosevelt nombró al general Blanton C. Winship (1869–1947) gobernador de la isla con el encargo de aplastar al Partido Nacionalista encarcelando a sus dirigentes e intimidando a sus afiliados[12]. Inmediatamente militarizó de facto a la policía colonial dotándola de ametralladoras y material antidisturbios, y con la colaboración del jefe de policía, el coronel Elisha Francis Riggs que venía de ser asesor militar de Anastasio Somoza en Nicaragua, sembró la isla de campos de entrenamiento policial calcados de los militares. La represión de los nacionalistas se disparó (nunca mejor dicho). El domicilio de Pedro Albizu fue tiroteado en varias ocasiones, obligándolo a tener guardia de seguridad permanentemente. Sicarios del gobernador compraron a miembros del Partido Nacionalista próximos a Albizu para que lo asesinaran, aunque fracasaron porque uno de ellos fue leal y avisó a su jefe. En octubre de 1935 tuvo lugar una asamblea estudiantil en la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras, con estudiantes a favor y en contra de Pedro Albizu. Los policías que debían velar por el orden, asesinaron a tiros a cuatro nacionalistas que estaban desarmados en el interior de un coche aparcado, y a un desafortunado transeúnte. Fue la llamada Masacre de Río Piedras. En febrero de 1936, como represalia por la masacre, dos nacionalistas mataron al coronel Riggs. Una vez detenidos y desarmados los autores, fueron llevados a la comisaría de San Juan y asesinados por los policías que los custodiaban. Estados Unidos practicaba el terrorismo de Estado y, consecuentemente, nunca juzgó a ninguno de los policías ejecutores de sus políticas de terror a despecho de pruebas y testigos[13].
El Partido Nacionalista acordó el boicot electoral y la no colaboración con el régimen, al tiempo que creaba el Cuerpo de Cadetes de la República y las Hijas de la Libertad, unas unidades uniformadas —Camisas Negras— destinadas a convertirse en un futuro ejército libertador. En su organización, Albizu puso en práctica la formación militar recibida en el ejército estadounidense, ya que esa y no otra había sido su intención cuando decidió alistarse voluntariamente. Así se lo explicó el propio Albizu a un periodista que lo entrevistó en cierta ocasión.
En 1936, Pedro Albizu fue detenido junto con los principales líderes nacionalistas. Acusados de conspirar para derrocar el gobierno militar de la isla, un jurado compuesto por diez estadounidenses y dos puertorriqueños los condenó a penas de entre seis y diez años de cárcel.
El veintiuno de marzo de 1937, Domingo de Ramos, el Partido Nacionalista, con autorización del alcalde, organizó en Ponce un mitin y una manifestación civil pacífica para conmemorar la abolición de la esclavitud por las Cortes españolas y también para protestar por el encarcelamiento de sus líderes. El acto fue aprovechado por el gobernador Winship para planificar y ordenar la llamada Masacre de Ponce[14]. Siguiendo sus órdenes, unos doscientos policías coloniales que previamente habían ocupado posiciones estratégicas, abrieron fuego contra los concurrentes — desarmados, por supuesto— con ametralladoras, rifles, carabinas y bombas lacrimógenas. Asesinaron a veintiuna personas, algunas a golpes de porra, e hirieron a más de doscientas. Dos de los muertos fueron policías que cayeron víctimas del fuego cruzado de sus propios compañeros. Las fotografías de los diarios El Imparcial y El Mundo demostraron que, como afirmaron los testigos presenciales, se trató de una emboscada perfectamente planificada. El catorce de abril de 1937, el congresista John T. Barnard, ante la Cámara de Representantes de Estados Unidos, dijo[15]: Era evidente […] que el Gobernador estaba hostilizando a los defensores de la independencia para justificar una masacre colectiva […] en caso de celebrarse una parada nacionalista en San Juan. […] En Ponce sucedió la masacre que no pudo darse en San Juan. […] es el deber del Congreso ordenar una investigación inmediata e imparcial. En efecto, se reunió un Gran Jurado, pero el fiscal designado dimitió en protesta porque Winship le había impedido llevar a cabo investigación alguna. Simultáneamente, el gobierno estadounidense derogó la ley federal que permitía acusar a los funcionarios públicos, lo que en la práctica supuso otorgar inmunidad al gobernador Winship[16].
En 1938, el gobernador ordenó que los actos de celebración del cuarenta aniversario de la invasión estadounidense de la isla, se organizasen en Ponce y no en San Juan como correspondía. El veinticinco de julio, durante las celebraciones, Ángel Esteban Antongiorgi disparó varias veces contra el gobernador, pero solo logró matar a un policía de la escolta y herir a algunos de sus acompañantes antes de que lo abatieran a él[17].
En el terreno político, el gobernador Winship se opuso a aplicar en Puerto Rico la Ley de salario mínimo aprobada por el gobierno estadounidense, ya que hubiera supuesto duplicar lo que cobraban los jornaleros en las plantaciones. En 1939, en un discurso ante el Congreso titulado Cinco años de tiranía, el congresista Vito Marcantonio dijo entre otras cosas[18]: En sus cinco años como gobernador de Puerto Rico, el señor Blanton Winship ha destruido hasta el último vestigio de derechos civiles en Puerto Rico. […] Hombres mujeres y niños fueron masacrados en las calles de la isla simplemente porque se atrevieron a expresar su opinión o intentaron reunirse en asamblea libre. Cuando, ese mismo año, el general Winship fue relevado del cargo, la Universidad de Puerto Rico lo nombró doctor honoris causa… ¡Con un par!
Albizu cumplió su condena en la cárcel de Atlanta, Georgia. Justo antes de ser enviado allí, todavía en la prisión de San Juan, fue entrevistado por Edgar K. Thompson, agente del FBI y abogado con formación militar. Esto es lo que escribió en un informe confidencial el veintiuno de abril de 1937[19]:
[…] Campos, un hombre brillante […] debe asignársele al llegar una tarea a la altura de sus logros mentales […] puede utilizársele como maestro de inglés, español, francés, italiano o alemán, de los que es conocedor […] es un hombre de carácter fuerte y temperamento suave, y tiene el rasgo latino de ser muy entusiasta, lo que a veces lleva a sus seguidores a actos de violencia […] [Aconseja que] no enseñe historia, ciencia política o un curso de leyes porque sin querer podría convertir la clase en un curso de nacionalismo e independencia de Puerto Rico.
En 1947, don Pedro regresó a Puerto Rico con la salud dañada —había pasado dos años gravemente enfermo y hospitalizado en Columbus, Nueva York— pero con su moral intacta: Yo nunca he estado ausente. La ley del amor y del sacrificio no permite la ausencia[20]. Albizu regresó de su experiencia carcelaria mucho más huracanado, violento, lleno de rebeldías y urgencias revolucionarias[21]; ya no era el mismo que participó en las elecciones de 1932 pidiendo una convención constituyente. De inmediato continuó la lucha por la independencia oponiéndose a la instauración del Estado Libre Asociado que el poder imperialista estaba perpetrando con la complicidad de los puertorriqueños anexionistas. En mayo de 1948, recién regresado Albizu, entró en vigor la llamada Ley de la Mordaza o Ley 53, para reprimir la libertad política de los puertorriqueños discrepantes, y en buena medida se aprobó para encarcelar de nuevo a Pedro Albizu[22].
En octubre de 1950 se precipitaron los acontecimientos. El veintiséis, estando Albizu en Fajardo, fue informado de que la policía había rodeado su casa en San Juan para detenerlo y pudo escapar. El veintisiete, en Peñuelas, la policía interceptó una caravana de nacionalistas y disparó sobre ellos asesinando a cuatro. Los nacionalistas respondieron al fuego matando a dos policías[23]. Antes del amanecer del veintinueve, en Peñuelas, la policía rodeó la casa de la madre del presidente del Partido Nacionalista de Peñuelas y, sin previo aviso, abrió fuego. Los ocupantes respondieron con armas de pequeño calibre y el tiroteo se saldó con dos nacionalistas muertos y seis policías heridos[24]. Albizu Campos llamó a la rebelión. El treinta se produjo un levantamiento contra la ocupación estadounidense en las principales poblaciones de Puerto Rico. La insurrección fue especialmente vigorosa en San Juan y en Jayuya. En este municipio la revuelta fue acaudillada por Carlos Irrizary, Elio Torresola y Blanca Canales, adalid de Las Hijas de la Libertad. Blanca tomó el control de la ciudad durante tres días, proclamó la Segunda República de Puerto Rico y, por primera vez bajo el dominio de Estados Unidos, izó la Monoestrellada, la bandera puertorriqueña, algo que estuvo prohibido desde 1898 hasta 1952. Este alzamiento se conoce como el Grito de Jayuya. Washington envió a la Guardia Nacional que bombardeó la ciudad con aviones y artillería terrestre. Jayuya fue destruida y la revuelta sofocada, pero el gobierno estadounidense puso buen cuidado en mantener en secreto esta acción militar fuera de Puerto Rico. En la cercana población de Utuado, los insurgentes fueron masacrados después de rendirse[25]. En San Juan, los rebeldes atacaron La Fortaleza, la residencia del gobernador. Todos los levantamientos fueron aplastados y cientos de nacionalistas arrestados. Ese mismo año, Pedro fue acusado de ser responsable del levantamiento y nuevamente encarcelado en la prisión La Princesa, en el Viejo San Juan. Para su condena, la prueba fueron doce discursos pronunciados por Albizu entre 1948 y 1950, y la aplicación de la Ley de la Mordaza, claro. Esos discursos habían sido taquigrafiados por agentes encubiertos y permanecieron censurados durante cuarenta años, hasta que una sentencia judicial obligó a hacerlos públicos. Hasta ese punto temían las autoridades coloniales la oratoria de Albizu.
El 1 de noviembre de 1950, un grupo independentista atentó contra la Casa Blair de Washington en la que, en ese momento, residía el presidente Harry Truman por estar en obras la Casa Blanca. También de esto fue responsabilizado Albizu aunque nada se le pudo probar.
En 1952, el Partido Nacionalista denunció ante la Organización de Estados Americanos que los presos políticos eran torturados en las cárceles de Puerto Rico[26].
En 1953, Albizu fue indultado por el gobernador de Puerto Rico, Luis Mu­ñoz Marín. Albizu rechazó el indulto pero fue expulsado de la cárcel. Inmediatamente, inasequible al desaliento, retomó su actividad independentista.
En 1954, tras producirse otro atentado independentista en el Congreso estadounidense del que también se le responsabilizó, se revocó el indulto y fue vuelto a encarcelar. En esta ocasión, las autoridades estadounidenses decidieron librarse de una vez por todas de un personaje tan díscolo. Y lo hicieron al más puro estilo de los hijos de la Reforma: perpetraron un crimen de Estado y lo envolvieron en mentiras. Durante su encarcelamiento, sometieron al preso a sesiones de radioactividad. Albizu comenzó a tener lacerantes quemaduras en todo su cuerpo. Desde la prisión, denunció que estaba siendo sometido a intensas radiaciones. El doctor Orlando Damuy, presidente de la Asociación Contra el Cáncer de Cuba, viajó a Puerto Rico para examinar a Albizu y confirmó que las quemaduras que sufría eran causadas por la exposición a la radiación. Las autoridades estadounidenses, sin embargo, lo negaron y acusaron a Albizu de locura. Por supuesto, no le proporcionaron atención médica de ningún tipo y siguieron irradiándolo. Su salud fue de mal en peor y en marzo de 1956 sufrió un ictus que le paralizó el lado derecho del cuerpo y lo dejó sin habla y casi ciego. No recibió asistencia médica hasta pasados cinco días. El quince de noviembre de 1964, para redondear el engaño y que no se les muriera en prisión, las autoridades lo indultaron y lo mandaron a casa. Falleció, tras cinco meses de agónico sufrimiento, el veintiuno de abril de 1965.
A su entierro asistió una multitud como nunca antes se había visto en la isla. Miles de compatriotas convirtieron el traslado de su féretro al cementerio de San Juan en una ceremonia de homenaje al que consideraban héroe nacional puertorriqueño[27].
En 1994, siendo presidente de Estados Unidos William J. Clinton, el Depar­tamento de Energía reconoció que entre los años 1950 y 1970 había llevado a cabo experimentos con radiación en las cárceles sin el consentimiento de los prisioneros, y desclasificó la documentación. Pedro Albizu Campos, el político e intelectual más inte­gro e importante de la historia de Puerto Rico, fue una de las víctimas de aquellos experimentos[28]. Pagó cara su inquebrantable volun­tad de conseguir la independencia. En España es un desconocido y en Puerto Rico ya casi nadie lo recuerda. Es un deber rescatarlo del olvido y organizarle un gran homenaje

viernes, octubre 24, 2025

El horizonte tatuado en la mirada


 

‌Desde que te fuiste

‌tengo tatuado el horizonte en la mirada

‌dagas de ausencia clavadas en los recuerdos 

‌silueta de mujer desdibujandose en el tiempo

entre los enamorados 

‌que tomados de las manos 

‌se pasean felices por las calles románticas 

‌de Nueva York 

‌o Paris 

‌dulce melodía en las noches ajenas

‌de las ciudades perdidas en los sueños

‌casas de cristal donde habitan los duendes del olvido

‌luna que ilumina la ciudad en la que habitas

Italia

Roma

‌el mar

‌el cielo

‌la luna

‌la distancia

‌mudas estatuas que adornan 

‌los parques solitarios del otoño

‌torridas estaciones hechas para los amantes clandestinos 

‌la ciudad

‌la noche

‌las luces 

‌los recuerdos 

‌la ausencia

aquí la soledad tiene tu nombre

Domingo Acevedo

‌Oct/2025

Foto, fuente externa.

Día mundial contra el cambio climático.

 



🌍 𝐃í𝐚 𝐌𝐮𝐧𝐝𝐢𝐚𝐥 𝐜𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚 𝐞𝐥 𝐂𝐚𝐦𝐛𝐢𝐨 𝐂𝐥𝐢𝐦á𝐭𝐢𝐜𝐨 (𝟐𝟒 𝐝𝐞 𝐨𝐜𝐭𝐮𝐛𝐫𝐞)


El 24 de octubre se conmemora el 𝗗í𝗮 𝗠𝘂𝗻𝗱𝗶𝗮𝗹 𝗰𝗼𝗻𝘁𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗖𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼 𝗖𝗹𝗶𝗺á𝘁𝗶𝗰𝗼, una fecha clave para reflexionar sobre la crisis ambiental que enfrenta nuestro planeta y para renovar el compromiso colectivo con la acción climática. Esta efeméride, impulsada por organismos internacionales como la ONU, busca visibilizar los efectos del calentamiento global y promover políticas públicas, educación ambiental y participación ciudadana para mitigar sus impactos.


El cambio climático no es un fenómeno lejano ni abstracto: se manifiesta en sequías prolongadas, lluvias atípicas, pérdida de biodiversidad, incendios forestales y afectaciones directas a la salud, la seguridad alimentaria y el acceso al agua. En regiones como Michoacán, estos efectos se entrelazan con problemáticas sociales y económicas, haciendo urgente una respuesta integral y territorialmente sensible.


 𝗘𝘀𝘁𝗲 𝗱í𝗮 𝗻𝗼𝘀 𝗶𝗻𝘃𝗶𝘁𝗮 𝗮 𝗮𝗰𝘁𝘂𝗮𝗿 𝗱𝗲𝘀𝗱𝗲 𝘁𝗼𝗱𝗼𝘀 𝗹𝗼𝘀 𝗳𝗿𝗲𝗻𝘁𝗲𝘀:


• 🧠𝐄𝐝𝐮𝐜𝐚𝐫 para transformar hábitos y fortalecer la conciencia ambiental.

• 🛠️ 𝗔𝗱𝗮𝗽𝘁𝗮𝗿 nuestras instituciones y comunidades a los nuevos escenarios climáticos.

• 🌱 𝗣𝗿𝗼𝘁𝗲𝗴𝗲𝗿 nuestros ecosistemas, fuentes de agua y saberes ancestrales.

• 🤝𝗣𝗮𝗿𝘁𝗶𝗰𝗶𝗽𝗮𝗿 en la construcción de políticas públicas justas y sostenibles.


Más que una fecha simbólica, el 24 de octubre es un llamado a la acción. Porque el clima cambia, pero también puede cambiar nuestra forma de habitar el mundo.


#culturadelaguazacapu

#EducaciónAmbiental

#participacionciudadana

#cambioclimatico

#comitecambioclimatico


¡𝐙𝐚𝐜𝐚𝐩𝐮 𝐏𝐨𝐫 𝐔𝐧𝐚 𝐍𝐮𝐞𝐯𝐚 𝐂𝐮𝐥𝐭𝐮𝐫𝐚 𝐝𝐞𝐥 𝐀𝐠𝐮𝐚!


Tomado de la red.

Trabajar por la unidad de principios de todo el movimiento revolucionario.

Trabajar por la unidad de principios de todo el movimiento revolucionario debe ser hoy una tarea prioritaria de todos nosotros si de verdad queremos liberar este pueblo de este sistema injusto y criminal






























MI PARTICIPACIÓN EN EL INTENTO DE ASALTO AL PALACIO PRESIDENCIAL EL 19 DE MAYO DE 1965.






 





Tirso Medrano


NELSON ESPINAL BONETTI (NELSON GASOLINA)

Nelson Espinal Bonetti, oriundo de la ciudad primada, Santo Domingo de Guzmán. Nació el 14 de marzo de 1948 en la calle Palo Hincado esquina Padre Billini. Estudio en el Colegio Santa Teresita, ubicado en la calle José Reyes, hasta el octavo curso. Hace el bachillerato en el Liceo Dominicano, en la calle Mercedes, al lado de la iglesia del mismo nombre. Se acuerda todavía de los profesores Castillo en literatura y Jacques Viau Renaud, en francés. Soy graduado técnico hotelero en la Escuela de Hotelería del Instituto Superior Santo Domingo y llegue al tercer año de la Escuela de Medicina de la Universidad Autónoma de Santo Domingo UASD.
Antes de estallar la revolución, era distribuidor del periódico del Movimiento Revolucionario 14 de Junio: 1J4 y discípulo aventajado del dirigente Oscar Santana. Al momento de estallar la revolución el acababa de cumplir los 16 años. Él nos narra que: - Esa tarde habían muchos rumores. Las gentes salían a las calles con diferentes versiones sobre un golpe de estado. Yo corrí hacia Radio Comercial que estaba ubicada en la calle Padre Billini entre Sánchez y Santomé. En el camino me encuentro con el locutor Luis Armando Asunción, quien era esposo de mi hermana Dinamarca y me dijo: -¡Dile a Dinamarca, que no salga de la casa, que se está desarrollando un golpe de Estado!- Me devuelvo y cojo para mi casa. Nosotros vivíamos en la calle Pina número 46, segunda planta, esquina Canela.
Ese mismo 24 de abril del año 1965, como a las 11 de la noche se escuchan unos disparos de ametralladoras por lo lado del parque Independencia; al cabo de un ratico se escucha una voz salida de un altoparlante portátil que decía: -¡Soy el Coronel Giovanny Gutiérrez, estamos con el pueblo. Necesitamos sus respaldo, para derrocar al Triunvirato y reponer al presidente Constitucional profesor Juan Bosch!-
Mi cuñado, el Segundo Teniente del Ejército Nacional Héctor Emilio Conde, que estaba en la casa con nosotros, salió a recibir al grupo de militares que solicitaban el respaldo del pueblo. Él era amigo del Coronel Giovanny Gutiérrez; tanto el cómo mi padre Vinicio Espinal y mi madre Ligia Bonetti, les pusieron nuestra casa a su disposición al grupo de militares constitucionalista y desde ese momento hasta la renuncia del Presidente Constitucional en Armas Francisco Alberto Caamaño Deñó, el 3 de setiembre de 1965, en mi casa estuvo la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista.
Nos integramos toda la familia a la causa revolucionaria por el respeto a la Constitución del 1963, desde mi padre Vinicio Espinal quien era alto dirigente del PRD y mi madre Ligia Bonetti; al igual que mis hermanas Raquel, Mayi y Ucha.
La segunda planta de la calle Pina esquina Canela entro a la historia. Allí quedo esa misma noche instalada la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista. Me acuerdo que esa noche además del Coronel Giovanny Gutiérrez, estaba el Teniente Coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez, Mayor Lora Fernández, Capitán Héctor Lachapelle Díaz, Capitán de Navío Ramón Montes Arache con sus Hombres Ranas y los entrenadores Illio Capocci, Andrés Reviere y Enzo Lovato; el Teniente Héctor Emilio Conde, García German, Santiaguito, Taveras, Aníbal y los civiles Héctor Aristy, Luis Armando Asunción, Bonaparte Gautreaux Piñeyro, y mi padre Vinicio Espinal.
A media noche como a las 1 del domingo 25 de abril; salió el Coronel Giovanny Gutiérrez y otros militares en un camión y el carro de mi padre hacia el Campamento 16 de Agosto a buscar armas y regresaron como a las 4 de la madrugada con el camión y el carro lleno de armas y municiones de todos los calibres. Al regresar, mi padre Vinicio Espinal me dijo: -¡Hijo, el que no sirve para defender su patria, debe de morirse en el vientre de su madre!- y me entrego un fusil G-3.
El Teniente Coronel Miguel Ángel Hernando Ramírez, jefe del movimiento en ausencia del también Teniente Coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez, estaba muy mal de salud y tuvimos que llevarlo a una habitación de la casa donde les pusimos un teléfonos para que se comunicara con los demás militares y civiles comprometidos con el movimiento de militares sublevados denominado ¨Movimiento Enriquillo¨.
El 25 de abril, como a las 8 de la noche, vemos desde el balcón de la segunda planta a dos personas que vienen por la calle Pina, estaba muy oscuro, no había luz eléctrica unos de los militares dice: - tienen portes de militares- cuando doblan por la calle Canela yo digo: -vienen para acá- el Coronel Geovanny Gutiérrez me dice si te preguntan que si aquí hay militares dile que no. Al tocar la puerta me preguntaron eso mismo y yo le dije que no y se fueron. Yo fui ordenado a seguirlo y vi que bajaron por la calle Pina, doblaron por la calle Padre Billini y entraron en una casa. Al otro día vuelven a la calle Pina esquina Canela; eran el Coronel Francisco Alberto Caamaño y su primo el teniente Claudio Caamaño. Desde ese día fueron llegando a la casa varios militares y civiles comprometidos con la causa revolucionaria.
El 26 de abril fui con un grupo de militares a ver lo que estaba pasando por los alrededores del Puente Duarte, por orden del Coronel Hernando Ramírez. Acampamos en la fábrica de bloques Espinal, propiedad de mi padre Vinicio Espinal, que estaba ubicada en un solar que quedaba donde hoy está la Plazoleta la Trinitaria, frente al Puente Duarte. Una vez allí, utilizamos los bloques para hacer barricadas y las arenas la colocábamos en sacos para las trincheras. Vi los cuerpos humanos volar por los aires, tras los indiscriminados bombardeos de los aviones vampiros y Mustang P-51, quienes lanzaban bombas y metrallas destrozando e incendiando miles de casas y matando a más de dos mil indefensos dominicanos de los alrededores del puente. Allí estuve hasta el 27 de abril.
El 28 de abril al medio día el presidente Francisco Alberto Caamaño, me llama y me dice ven a ver, señalándome el baño de mi casa que era la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista y me dice: ¨Coge una silla y siéntate ahí. Ese hombre por nada puede salir de la casa, si tiene que usar la fuerza úsala¨. Ese hombre era José Francisco Peña Gómez. Tenía dentro del baño una máquina de escribir y un abanico. Lo que el escribía me lo entregaba a mí y yo se lo daba al coronel Lora Fernández quien a su vez se lo entregaba al presidente Francisco Alberto Caamaño y este se lo mandaba conmigo a Jacques Viau Renaud, quien lo radio transmitía en una emisora que poseía el comando haitiano.
Participe el 30 de abril en la mañana en el asalto a la Fortaleza Ozama. Los atacamos dirigido por el teniente del Ejército Nacional de apellido Pimentel, por la parte de atrás, la que sale al muelle por donde ellos escapaban lanzándose al rio Ozama.
El día 3 de mayo de 1965, el profesor Juan Bosch desde su exilio en Puerto Rico, sugiere al Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó, como Presidente Constitucional de la Republica en armas. Como la Constitución del 1963 decía que a falta del Presidente, el Vicepresidente y las ausencias de los Presidentes del Senado y la Cámara de Diputados el Congreso Nacional debe de elegir como Presidente de la Republica Dominicana aun miembro del partido que ganó las elecciones. De inmediato se inscribió al Coronel Francisco Alberto Caamaño Deñó al Partido Revolucionario Dominicano, cumpliendo con el artículo 131 de la Constitución despojándolo del rango de Coronel del Ejército Nacional.
Buscamos la biblia de mi madre Ligia Bonetti y una bandera que había en la casa y procedimos a su juramentación en nuestra casa, constituyéndose desde ese momento en la primera sede de la presidencia del gobierno Constitucionalista. Al otro día 4 de mayo en la mañana temprano, nos fuimos al Parque Independencia donde Francisco Alberto Caamaño Deñó, leyó el discurso de toma de posesión como Presidente Constitucional en Armas, frente al Altar de la Patria.
El 12 de junio de 1982, Bonaparte Gautreaux Piñeyro, escribió un artículo en el periódico El Nacional, titulado ¨Éramos Pocos, Si…Pero…¨ del cual transcribimos parte. ¨La mañana del 4 de mayo estaba turbia, gris, lloviznaba esa lluvia que uno no sabe si cubrirse la cabeza o pensar que no le va a producir la gripe que indefectiblemente viene.
Los preparativos eran febriles. Para mí era especialmente emocionante. Estábamos haciendo historia. Afuera ¨la lluvia, tornadiza, serenamente gris…¨.
¿Cuántas veces le toca a una persona o a un grupo de personas escribir, o mal escribir, un discurso de toma de posesión presidencial? Realmente no sé, pero a mí me tocó la mía: fue aquella mañana del 4 de mayo.
Éramos pocos, si, muy pocos.
Mario Báez y Luis Armando Asunción, Luis Acosta Tejeda, el cubano que se hizo dominicano a ritmo de toque de fusilería y patriotismo en Abril de 1965, Héctor Aristy, Alejandro Deñó Suero, (Chibú), Fernando Pimentel (Vejez), Claudio Caamaño, Illio Capocci… ¿Qué importancia tienen los nombres?... Manuel Ramón García German, Vinicio Espinal, Tito Conde, Guillermo Lockward, Nelson Espinal¨.
MI PARTICIPACIÓN EN EL INTENTO DE ASALTO AL PALACIO PRESIDENCIAL EL 19 DE MAYO DE 1965.
Relato de Nelson Espinal Bonetti (Nelson Gasolina).
Esa mañana salí temprano de la calle Pina Esquina Canela donde estaba la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista desde el 24 de abril ( el 4 de mayo se trasladó parte de la Jefatura de Estado Mayor al edificio Copello, en la calle El Conde, por falta de espacio). Las calles estaban normales en Ciudad Nueva, no así en los barrios de la parte norte de la ciudad de Santo Domingo, donde el pueblo libraba continuas batallas con los ¨ guardias reconstructores de Wessin e Imbert¨, por el control de la ciudad.
Era un secreto a voces lo del asalto al Palacio. Camine por todo el Conde hacia el edificio Copello, zigzagueando por los constantes disparos que desde los Molinos hacia el franco tirador Douglas Lucas, sargento de la 82ava, Compañía Aerotransportada de Los Estados Unidos. A quien mataron meses después en Vietnam. Ese francotirador tiraba hacia la calle el Conde constantemente matando principalmente niños y adolescentes vendedores del periódico Patria. Al llegar a la puerta del edificio Copello, salude al centinela y escuche que alguien mencionó mi nombre. Mire hacia arriba y era el Coronel Héctor Lachapelle Díaz, quien me llamaba parado en la escalera del segundo piso; me hace seña que suba y me dice: -te informaron lo de hoy- a lo que le contesto que sí. Me dijo: -Están dando las instrucciones donde el Coronel Lora Fernández.- Al llegar a la puerta del Coronel Lora Fernández, Jefe de Estado Mayor Constitucionalista. Lo encuentro de pies arengando a militares y civiles constitucionalistas. Me hace seña que entre. El tema era la toma del Palacio Presidencial.
En ese momento se presentó el presidente Francisco Alberto Caamaño, todos nos pusimos de pies. Les dio unas instrucciones al Coronel Lora Fernández y al Teniente Héctor Emilio Conde Espino. Luego de varias instrucciones ordeno al Teniente Héctor Emilio Conde Espino tomar el control del ataque del Palacio por los lados de San Carlos, ya que por los frentes de la 30 de marzo es que están los garajes del palacio donde se encuentran los tanques.
En ese momento un oficial vestido correctamente, al cual yo nunca había visto le dice al Presidente Caamaño: -Francis, y yo que hago?- El presidente le dice: - Nada, Usted se queda con Lora Fernández- Ese Coronel era Tomas Fernández Domínguez.
Illio Capocci le dice a Lora Fernández: -Esta es la segunda vez que voy al Palacio; no estoy de acuerdo con el asalto. O lo tomamos o me quedo dentro-
El Coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez le dice al Teniente Conde Espino: -Teniente, lo estoy relevando de la orden. Refuerce la trinchera del Malecón con calle Pasteur, que es donde estamos más flojos.- Yo me fui con el Teniente Conde Espino, hacia el Malecón. Al pasar por el Comando Central del 14 de Junio, en la calle José Gabriel García esquina Estrelleta, se estaba despachando un grupo de combatientes para el Palacio Nacional; el Teniente Conde Espino, siguió con su grupo hacia la trinchera del Malecón con Pasteur. Yo me separe del grupo y me uní a la columna del 14 de Junio, que iba hacia el Palacio.
Subimos por la calle Las Carreras hasta la calle Uruguay esquina avenida Bolívar. Doblamos a la izquierda por la calle Doctor Báez; Al empezar los combates, nos internamos por los jardines y los patios de las casas. El tableteos de las ametralladoras y fusiles de los gringos y las tropas del CEFA, eran prolongados y a ras de suelo, de forma chispeante incrustándose los fragmentos de los proyectiles en los contenes, aceras y ramas de los árboles de los jardines.
Llegamos hasta la calle Rodríguez Objio a ras de suelo. Los disparos cortaban las gramas. Un grupo logro llegar hasta la calle Cesar Nicolás Penson. El fuego era tan intenso que duró media hora y nos parecía un día entero. No podíamos movernos para ningún lado. En ese momento el Comando Central del 14 de Junio dio orden de retirada. El salto había fracasado.
En el acto me entere que habían caído mortalmente el coronel Rafael Fernández Domínguez, Illio Capocci, entrenador de los Hombres Ranas; el teniente de la Policía Ernesto Gómez; el Hombre Rana Miguel López y los dirigentes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, doctor Juan Miguel Román, quien era el Comandante Militar del 1J4, Euclides Morillo. José Jiménez Rosario (Pipí), Ramón Taveras; Carlos Gómez, José del Pilar Jiménez Rosario, David Lorenzo Fernández; los combatientes haitianos Jean Sateur y Jean Batiste. Resultando heridos los combatientes: Amaury German Aristy, Rafaelito, Mario Álvarez, Víctor Ramírez y Leo Licairac.
OTROS SUCESOS
El 29 de mayo en hora de la mañana, salimos un grupo de altos oficiales y civiles constitucionalistas, acompañando al presidente Francisco Alberto Caamaño. Entramos a una casa en una segunda planta que está en la calle Padre Billini, entre Espaillat y Palo Hincado. Tocamos la puerta de la escalera, pero nadie abrió. Tuvimos que abrirla a la fuerza. Al subir encontramos a un señor que hablo amigablemente con el presidente Caamaño. En seguida Caamaño dijo: ¨! Revisen la casa. Busquen equipos de transmisión radial!¨. Detrás de la puerta principal había una puerta secreta. El señor dijo no tener la llave. Derribamos la puerta a tiros. Al caer la puerta en el cuarto había un hombre herido, con botas de militar aunque ropa de civil. Al prender la luz, vimos un equipo de transmisión el cual confiscamos. Al señor el presidente Caamaño, lo escolto hasta el Parque Independencia, para que saliera de la Zona Constitucionalista. Ese señor era Ángel Severo Cabral.
Una tarde hablando con Claudio Caamaño, en el balcón de la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista, en lo que se había convertido el hogar de la familia Espinal-Bonetti; me acorde de una misa que celebró el Partido Revolucionario Dominicano en la iglesia Las Mercedes, el 25 de septiembre de 1964, con motivo del primer aniversario del derrocamiento del profesor Juan Bosch. A la salida de la misa, íbamos hacia el parque Independencia a depositar una ofrenda floral en el Altar de la Patria. Pero un cordón de policías antimotines de los denominados Casco Blanco nos impedía continuar. En la discusión el teniente Claudio Caamaño, que comandaba una unidad de Radio Patrulla hizo una raya en el pavimento y dijo: -¡El que cruce la raya tendrá problema!- en eso una señora salió de la multitud y en actitud desafiante cruzo la raya. De inmediato se armó un revolú tan grande que yo tuve que ir a parar a la escuela Argentina. Al recordarle ese suceso le dije: - Y ahora tu y yo, con un arma cada uno y del mismo bando- Él se echó a reír y me dijo: -Cosa de la vida-
MI PARTICIPACION EL 15 Y 16 DE JUNIO DE 1965
Para mí los ataques bélicos del 15 y 16 de junio, fueron algo táctico, con el objetivo de medir la capacidad de fuego de los Constitucionalistas. Y a la vez tratar de apoderarse del muelle y la zona de los bancos. Desde temprano en la mañana empezaron los ataques de las tropas de intervención yanquis, por los barrios de San Carlos, Villa Francisca, Borojol, San Antón y Santa Bárbara. Ellos no atacaron por el malecón, ni por la avenida Independencia, ni por la avenida Bolívar y 30 de Marzo.
Cuando el presidente Caamaño, ordena por la radio, reforzar los comandos de San Carlos, villa Francisca y Borojol; salimos un grupo de la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista: José Rivas Monegro, Esterlín Peralta, Fernando Pimentel alias Vejez y varios comandantes y subcomandantes. Cuando llegamos a la calle La Noria, encontramos a Bienvenido Leal Prandy, conocido como ¨La Chuta¨ y un grupo de combatientes disparando hacia la avenida Mella. Ahí conocí yo a Belkis Maldonado, pasándoles los cargadores a ¨La Chuta¨.
Los yanquis venían avanzando y habían tomado el edificio de la Casa Zaglul, en la avenida Mella, de donde desalojaron una Avanzada del comando POASI, que se había instalado allí. Nosotros cruzamos a la calle Celestino Duarte, hasta llegar a la Panadería Carbonell. Los yanquis cruzaron de la Casa Zaglul a una logia que le quedaba al frente y desde los balcones, las ventanas; la primera y segunda planta y la azotea de la logia nos disparaban. Nosotros nos fuimos al mercadito de San Antón, (donde ahora hay una placita), y los alrededores. Ya en la tardecita del 15 de junio, el Comandante Eliseo Andújar conocido como Barahona, mando a buscar una bazuca a su comando. Les disparo dos Bazucaso por el balcón lateral de la logia que se incendió el edificio. Desde ese momento los yanquis detuvieron el avance por ese lado. Se calcula que perdieron más de 20 soldados en esa hazaña de del Comandante Barahona.
En la madrugada al quedarme sin municiones, cogí para el edificio Copelo a reabastecerme; pero estaba tan cansado que me fui a la Jefatura del Estado Mayor Constitucionalista, en la calle Pina esquina Canela, bajo las órdenes del presidente Francisco Alberto Caamaño y el Mayor Lora Fernández.
Me acuerdo que Leal Prandy, apodado La Chuta, iba constantemente a la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista en la calle Pina esquina Canela, segunda planta donde mí, con ametralladoras Cristóbal o fusiles Máuser para que yo se lo cambiara por fusiles G-3. Yo cogía las armas y los cargadores y regresaba con fusiles G-3 y sus respectivos cargadores.
¨OCUPAN ARSENAL CAAMAÑISTA EN RD¨.
Días antes del martes 31 de agosto de 1965, cuando la comisión de la OEA y los gobiernos de Reconstrucción Nacional presidido por el general Antonio Imbert Barrera y el Constitucionalista dirigido por Francisco Alberto Caamaño Deñó, firmaran el Acta Institucional y el Acta de Reconciliación Nacional y que el Presidente Constitucionalista en Armas, renunciara para que se cumpla el Acta de Reconciliación, dándole paso al gobierno del doctor Héctor García Godoy, para preparar las elecciones del 1966; En la azotea del edificio que ocupaba la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista, la cisterna la llenamos de tanques repletos de municiones y uniformes militares; en el piso depositamos una gran cantidad de fusiles, ametralladoras calibres 30 y 50; granadas, bazucas y demás pertrechos bélicos. Los empañetamos y los sellamos; pero un policía que nos ayudó en la acción, nos delato y el 29 de agosto de 1966 sufrimos el más grande de los atropellos. Salimos en todos los periódicos nacionales e internacionales mi padre Vinicio Espinal y yo.
En grandes titulares el periódico ¨El Tiempo¨ de Nueva York en su edición del miércoles 31 de agosto de 1966 decía los siguientes: ¨Ocupan Arsenal Caamañista en RD¨. Vinicio Espinal y su Hijo Entre los Detenidos. El excombatiente ¨constitucionalista¨ Vinicio Espinal fue detenido, junto con un hijo suyo, al ocupar la policía en su casa armas de fuego, equipos y uniformes militares.
La policía, al mando del General Luis Ney Tejeda Álvarez, encontró en la residencia de Espinal 10 fusiles Máuser, dos ametralladoras calibre 30, una ametralladora calibre 50, dos rifles automáticos, una ametralladora Thomson, un cañón antitanque y miles de proyectiles de varios tipos.
La residencia allanada está ubicada en el sector denominado Ciudad Nueva, que fue bastión de las fuerzas rebeldes en la guerra civil del año pasado.
Antes de acudir allí, la policía cercó el sector e impidió el paso de las personas que trataban de llegar al lugar de las operaciones. Los agentes ocuparon las principales azoteas, ya que se temía, según se informó, que pudieran atacar francotiradores apostados.
La Policía se incautó también de ¨cocteles Molotov¨ y materiales explosivos C-4; así como de uniformes militares.
Espinal y su hijo fueron detenidos, para fines de investigación. La Policía se adelantó a señalar que ambos estaban vinculados a los grupos ¨constitucionalistas¨.
Esta es la cantidad más grande de efectos bélicos localizados por la Policía, desde que terminó la guerra civil.
Se ha comentado que los ex – combatientes escondieron armas y pertrechos al finalizar la revolución que se inició el 24 de abril de 1965¨.
MI PARTICIPACION EN SANTIAGO EL 19 DE DICIEMBRE DE 1965.
El 19 de diciembre de 1965, los constitucionalistas nos trasladamos a la ciudad de Santiago para participar en una misa con motivo de cumplirse seis meses de la trágica muerte del coronel Rafael Fernández Domínguez. Yo Salí desde temprano de la calle Pina esquina Canela con el sargento Esterlín Peralta y José Rivas. Nos íbamos encontrando todos en la carretera Duarte.
Al salir de la misa, en la iglesia Nuestra Señora de la Altagracia, me dijo el coronel Lora Fernández; –tu esta desarmado, ve al carro mío y en el asiento de atrás hay una Cristóbal cógela-
Al yo llegar a la puerta del cementerio, sonaron unos disparos. Los hombres Ranas detuvieron a dos hombres vestidos de civil en un edificio cercano. Al llegar al Hotel Matum donde nos esperaba un desayuno, nos dimos cuenta que todos los que eran de Santiago, nos habían dejado solo. El área de la piscina estaba sucia, en desorden.
Caamaño sospecha de que está pasando algo raro. El Hotel está prácticamente vacío. A Caamaño le informan de un movimiento de tropas en la parte delantera del hotel. En ese momento él ordena sacar las armas de los carros y chequear la parte trasera del hotel.
Empieza un tiroteo ligero. Todavía los guardias anti pueblo, no han acordonado el hotel. No hay comunicación telefónica en el hotel y Caamaño ordena que un grupo trate de salir del hotel para buscar información telefónica con Santo Domingo y dar la voz de alarma en la ciudad de Santiago. Salimos del hotel de cuatro a cinco carros donde estaba Bonaparte Gautreaux Piñeyro, Miriam Gautreaux, Luis Armando Asunción, Luis Acosta Tejeda, Vinicio Espinal, Dinamarca Espinal Bonetti, Ucha Ligia Espinal Bonetti, el teniente Marrero, el sargento Esterlín Peralta y yo. La ciudad de Santiago estaba vacía, todos los comercios cerrados. No había gentes en las calles. Fue algo como planeado. Nunca había visto algo semejante. Solo encontramos un sitio abierto, era el Restaurant Tomasco, que la parte de atrás del restaurant da al rio Yaque del Norte. Cuando entramos en busca de un teléfono, un señor de apellido Perelló, tomo el teléfono y llamo a la guardia, nos denunció.
Desde el restaurant se oían los disparos de los aviones y la artillería de los tanques. Bonaparte Gautreaux Piñeyro, logra comunicarse con el presidente Héctor García Godoy y les grita ¨¡Oye los tiros de los aviones! ¡Oye cono nos están tirando! ¡El Pueblo de Santiago no nos está respaldando!¨
Al poco rato llegan los guardias armados de carabinas Thomson y muy nervioso. Un sargento jabao regordete grita: ¨! Donde tan lo comunita coño! ¡Eso maidito comunita dei diablo!¨. Nos revisaron a todos. Los que tenían armas la habían escondido. Se llevaron preso al teniente apellido Marrero a José Rivas y a mi padre Vinicio Espinal. Una vez en el Palacio de la Policía de Santiago, el General Luis Ney Tejeda Álvarez, que había participado en el allanamiento del 29 de agosto en nuestra casa de la calle Pina esquina Canela, le dijo a mi padre: ¨! les doy dos horas para que salgan de Santiago!¨ Se quedaron con el teniente Marrero.
Nos juntamos el grupito de nuevo y salimos para Santo Domingo. En el camino hacia la capital no se oían ninguna emisora de radio. Fuimos revisados varias veces en el trayecto.
Entrevista realizada por Tirso Medrano. El 14 de agosto de 2015.

Archivo del blog