domingo, septiembre 07, 2025

El 6 de septiembre de 1971, más de 100 presos se fugaron de la prisión de Punta Carretas en Montevideo, Uruguay

 



Un día como hoy, el 6 de septiembre de 1971, más de 100 presos se fugaron de la prisión de Punta Carretas en Montevideo, Uruguay, la mayoría de ellos miembros del grupo guerrillero de izquierda Tupamaros. Un motín que se inició en las inmediaciones sirvió de distracción y ayudó a 106 guerrilleros y otros cinco presos a escapar por un túnel de 12 metros que se había excavado desde una casa de enfrente hasta una de las celdas de la prisión.

Mientras excavaban el túnel, los rebeldes encontraron otro anterior, más espacioso, que había sido excavado por el anarquista argentino Gino Gatti para una anterior fuga masiva de presos políticos cuarenta años antes.
Uno de los fugados, Eleuterio Fernández Huidobro, recordaría más tarde: "Todos habíamos supuesto que este túnel, cuando fuera descubierto, debía ser cuidadosamente sellado. Ahora, sin embargo, hemos comprobado que en 1931 la represión se limitó a tapiar las dos entradas con hormigón y rellenar el resto con arena... Habíamos hecho un hallazgo histórico. Estábamos en un museo. Y no podíamos contárselo al mundo. Cuando quitamos la arena de aquel cálido túnel, pudimos ver en sus bóvedas y en sus paredes, nítidas, las huellas aún frescas de sus herramientas. Parecían hablar. Transmitiendo a los que podríamos haber sido sus nietos, un mensaje fraternal: nosotros también, hermanos, nosotros también... Se podían contar, en aquellas paredes pulidas por el trabajo del tiempo, la solidaridad y la paciencia, las piquetas anarquistas, una a una... La eterna lucha por la libertad, la misma lucha, el lenguaje obstinado y valiente de los oprimidos de ayer y de hoy atravesado por el mandato del destino allí, bajo el hormigón, a la salida de una prisión. ... Ellos, los camaradas del 31, venían del baño junto a la herrería. Nosotros, los del 71, veníamos de las celdas. Por eso su camino oblicuo se cruzó con el nuestro".
Los prisioneros utilizaron entonces el antiguo túnel para almacenar tierra y herramientas para el nuevo. La noche de la fuga, los tupamaros dejaron un pequeño letrero en el cruce de los túneles: "Aquí se cruzan dos generaciones, dos ideologías y un mismo destino: la libertad".

Foto: el fugitivo Raúl Sendic

Harriet Tubman es una de las figuras más destacadas en la lucha contra la esclavitud en Estados Unidos.

 



Harriet Tubman es una de las figuras más destacadas en la lucha contra la esclavitud en Estados Unidos. Conocida como "Moisés" por su papel en el Ferrocarril Subterráneo, ayudó a cientos de esclavos a escapar hacia la libertad y dedicó su vida a la lucha por los derechos humanos y la justicia.

Harriet Tubman nació como Araminta Ross alrededor de 1822 en una plantación en el condado de Dorchester, Maryland. Desde joven, vivió bajo la brutalidad de la esclavitud. A pesar de los abusos y las condiciones difíciles, Tubman mostró una gran determinación y valentía desde temprana edad.
En 1849, Harriet decidió escapar de la esclavitud. Aprovechando la red secreta conocida como el Ferrocarril Subterráneo, logró llegar a Filadelfia, donde finalmente encontró la libertad. Sin embargo, su viaje no terminó ahí. Con un profundo sentido de justicia y compasión, Tubman decidió regresar al sur para ayudar a otros esclavos a escapar.
Harriet Tubman se convirtió en una de las "conductoras" más famosas del Ferrocarril Subterráneo, una red de rutas y refugios seguros que ayudaban a los esclavos a escapar hacia estados libres y Canadá. Arriesgando su vida en múltiples ocasiones, Tubman realizó alrededor de 13 viajes de regreso al sur y ayudó a liberar a más de 70 esclavos, incluidos miembros de su propia familia.
Durante la Guerra Civil Americana, Harriet Tubman trabajó como enfermera, cocinera y espía para el Ejército de la Unión. Su conocimiento del terreno y su habilidad para liderar misiones de rescate fueron invaluables. En 1863, lideró una incursión en el río Combahee en Carolina del Sur, liberando a más de 700 esclavos.
Después de la guerra, Harriet Tubman continuó su lucha por los derechos civiles y el sufragio femenino. Abogó por la igualdad de derechos y trabajó incansablemente para mejorar las condiciones de vida de los antiguos esclavos. Tubman falleció el 10 de marzo de 1913 en Auburn, Nueva York, dejando un legado de coraje, resistencia y compasión.
Harriet Tubman es recordada como una heroína de la libertad y los derechos humanos. Su valentía y determinación inspiran a personas de todo el mundo a luchar por la justicia y la igualdad. A través de su vida y sus acciones, Tubman demostró que incluso en las circunstancias más difíciles, una persona puede marcar una diferencia significativa en la historia.

Faltó agregar que después de la "in dependencia" los ingleses pasaron a ser terratenientes, latifundistas.

 


"La conquista invisible: cómo Inglaterra se quedó con el Río de la Plata antes de la independencia"1713–1805)
El dominio sin cañones
A simple vista, el Río de la Plata nunca fue conquistado. Pero su alma sí lo fue, y sin disparar un solo tiro. Porque no siempre los imperios se construyen con ejércitos. A veces basta con saber esperar. Con extender una mano amable mientras se oculta el puñal en la otra. A veces, la conquista no se anuncia con clarines ni desembarcos, sino con tratados, préstamos, trenes y promesas de civilización. Así actuó Gran Bretaña en el Río de la Plata.
En las escuelas nos enseñan que las invasiones inglesas de 1806 y 1807 fracasaron. Y es cierto. Lo que no nos enseñan es que los británicos no necesitaban ganar en el campo de batalla, porque ya estaban ganando en los escritorios de los comerciantes criollos, en los salones de los virreyes corruptos y en los pasillos donde se firmaban pactos de conveniencia. El verdadero poder no se ejercía con fusiles, sino con contabilidad.
Mientras el Imperio Español imponía cadenas comerciales y burocracias moribundas, Inglaterra ofrecía algo más atractivo: eficiencia. Barcos veloces, productos modernos, monedas fuertes. En un mundo que comenzaba a girar al ritmo de la máquina de vapor, Londres no necesitaba disparar. Solo debía ofrecer lo que los otros no podían dar: libertad para comerciar, aunque esa libertad viniera en una jaula dorada.
Mientras caía el imperio español de flotas y virreyes, se alzaba uno nuevo de locomotoras y letras de cambio. Y así fue como, antes de que flamearan banderas o se disparara el primer tiro, Gran Bretaña ya había trazado su mapa invisible del poder. Un mapa hecho de rutas marítimas, contratos leoninos, agentes de comercio y silenciosas alianzas con quienes mandaban en estas tierras. Un mapa donde las fronteras no se dibujaban en los territorios, sino en los puertos. Donde la soberanía no se perdía en un tratado, sino en un préstamo.
Ese imperio sin bandera, sin virrey y sin ejército, fue más eficaz que cualquier invasión militar. Porque no dejaba muertos: dejaba deudas. No imponía gobernadores: elegía socios locales. Y no dejaba monumentos: dejaba estructuras de dependencia que aún hoy persisten. A eso le llamaron progreso. Pero fue otra cosa. Fue sometimiento con buenos modales.
Scalabrini Ortiz —intelectual argentino que denunció el colonialismo económico en los años 30— lo definió con crudeza: era un imperio sin cañones, pero con embudos clavados en la tierra.
Este artículo es una invitación a mirar lo que no está en los manuales. A entender cómo, mucho antes de la independencia formal, Gran Bretaña ya tejía su telaraña sobre el estuario del Plata. No con fuerza, sino con astucia. No con violencia, sino con seducción. No con colonia, sino con clientela.
Y si hoy, en pleno siglo XXI, seguimos hablando de deuda, de tratados condicionantes y de intereses extranjeros en el Atlántico Sur, es porque ese viejo imperio sin cañones sigue marcando el rumbo.
Y ahí empieza nuestra historia.
Del Asiento de Negros al contrabando del oro hispano (1713–1805)
La historia del dominio británico en el Río de la Plata no comenzó con fusiles ni tratados diplomáticos, sino con cadenas y mercancías. El punto de partida fue el Tratado de Utrecht, firmado en 1713 para poner fin a la Guerra de Sucesión Española y redistribuir el equilibrio de poder en Europa. Entre los premios que obtuvo Inglaterra se encontraba un negocio tan lucrativo como inhumano: el "asiento de negros", es decir, el monopolio del tráfico de esclavos hacia las colonias españolas en América.
Para explotar este privilegio, se fundó la South Sea Company (Compañía del Mar del Sur), una empresa que encarnaba el nuevo espíritu del imperialismo capitalista: combinar finanzas, comercio global y expansión geopolítica. El contrato con la Corona española autorizaba el ingreso de 4.800 esclavos africanos por año durante tres décadas, desde los puertos del Caribe hasta enclaves como Portobelo. Pero la letra chica escondía una intención mayor: abrir las puertas del continente a un imperio sin cañones.
Los barcos ingleses no solo transportaban esclavos: también cargaban textiles, herramientas, manufacturas, artículos de lujo y todo tipo de bienes prohibidos por el sistema de monopolio español. Bajo la excusa del asiento, se abría la puerta al contrabando legalizado. Así, en los márgenes del imperio español, los británicos comenzaron a construir su red de influencia económica.
Uno de los centros más activos de esta red fue el Río de la Plata. Aunque Buenos Aires aún era un puerto marginal, subordinado a los dictámenes de Lima, su ubicación estratégica lo convertía en un imán para el comercio clandestino. Lanchas británicas fondeaban en sus costas, descargaban esclavos y mercaderías, y cargaban oro, plata, cueros, sebo y alimentos. Desde allí, el circuito contrabandista se extendía hacia Montevideo, Colonia del Sacramento —enclave portugués ocupado y disputado repetidamente— y las rutas interiores del continente.
Pero el contrabando no era un delito aislado: era un sistema. Una economía paralela, sostenida por funcionarios corruptos, comerciantes criollos ávidos de productos europeos y una población que encontraba en el mercado negro un respiro frente al encierro económico del monopolio español. Se tejieron lazos, se sellaron pactos, se pagaron coimas. El delito se volvió rutina, y el orden colonial comenzó a deshacerse desde sus cimientos.
Este vínculo con Inglaterra, aunque fuera de la legalidad formal, resultó profundamente eficaz. No solo abasteció a las élites, sino que también transformó los hábitos de consumo populares. En las ciudades del Río de la Plata, desde Buenos Aires hasta Montevideo, se podía encontrar ropa inglesa, herramientas, utensilios, libros. Inglaterra era ya una presencia tangible mucho antes de firmarse tratados oficiales.
Y no fue casual. Mientras España imponía trabas, impuestos, inspecciones y lentitud burocrática, Inglaterra ofrecía agilidad, eficiencia y precios competitivos. En una economía donde comerciar era sobrevivir, muchos criollos —ricos y pobres— prefirieron Londres a Madrid. El imperio español aún manejaba las formalidades del poder, pero los ingleses controlaban la vida cotidiana.
Tulio Halperín Donghi lo expresó con precisión: "el contrabando no fue una excepción del sistema, sino su forma más eficaz en el Plata". Aquel comercio en las sombras no solo sobrevivió a la vigilancia oficial, sino que se transformó en una alternativa viable y deseable para muchos sectores sociales.
Todo esto fue posible porque el sistema imperial español estaba en decadencia. Las flotas, los puertos oficiales y las rutas controladas se volvían anacrónicos. Las reformas borbónicas intentaron reordenar el comercio en el siglo XVIII, pero llegaron tarde. Inglaterra ya había comprendido que podía dominar sin invadir: sobornando al funcionario adecuado, pactando con el comerciante local, ofreciendo lo que el imperio no podía dar.
El Río de la Plata fue el campo de pruebas de una lógica que luego se extendería a todo el Cono Sur: una combinación de comercio, influencia cultural, diplomacia, corrupción y deuda. El esclavo fue apenas el inicio. El verdadero objetivo era el oro, la carne, el cuero y, sobre todo, el control del comercio.
Cuando en 1776 se creó el Virreinato del Río de la Plata, el contrabando británico ya era parte del paisaje. La apertura de Buenos Aires como puerto legal no hizo más que formalizar lo que desde hacía décadas se practicaba a plena vista. Del tráfico oculto al tratado comercial hubo solo un paso.
Este ciclo —del asiento de esclavos al contrabando estructural— demuestra que la relación entre Gran Bretaña y el Río de la Plata no comenzó con las invasiones de 1806. Fue anterior, más astuta y profunda. Inglaterra no desembarcó como invasora: se introdujo como socia en las sombras. Y en esa alianza no escrita, ilegal pero legítima para los actores locales, se sembraron las semillas de una dependencia que florecería con fuerza en el siglo XIX.
Como una bodega oculta que de pronto se convierte en despacho oficial, así mutó la relación. El esclavo fue el pretexto. El oro, el cuero y la carne eran el objetivo. Y el control del comercio, el verdadero botín.
Escritos y Fotos por Roberto Arnaiz.
Colaboracion Javier Rodas.

Inauguracion de la escuela de formacion politica 14 de Junio del Partido Patria para tod@s


















 

Actividad de solidarida con Venezuela, Rep. Dominicana.


















 

sábado, septiembre 06, 2025

“No recordaré el frío que pasé, sino el calor que me dieron.”




 EL ABRIGO COMPARTIDO

En pleno invierno, la aldea de Shirakawa quedó cubierta por una nevada tan fuerte que los caminos desaparecieron bajo la blancura. El frío era tan intenso que los ríos se congelaron, y los animales buscaban refugio en los establos.
Una mañana, un viajero llegó al pueblo. Iba temblando, con ropas rotas y los pies desnudos en la nieve. Apenas podía hablar. Los aldeanos lo miraban desde sus casas, inseguros. Algunos temían que trajera enfermedades, otros pensaban que sería una carga más en tiempos de escasez.
En medio del silencio, una anciana llamada Miyako salió de su choza. Llevaba puesto un abrigo de lana gruesa, el único que tenía. Se lo quitó sin dudar y lo colocó sobre los hombros del forastero.
—Aquí, caliéntate —dijo—. La vida pesa menos si se comparte.
Los demás se quedaron atónitos.
—¡Miyako! —gritó un vecino—. ¿Cómo podrás sobrevivir sin tu abrigo?
Ella respondió con calma:
—El frío mata más rápido al que no tiene nada. Yo aún tengo un techo y una manta.
El viajero lloró en silencio, murmurando apenas un “gracias”.
Esa misma noche, los aldeanos se reunieron en la sala comunal. Al ver el gesto de la anciana, comenzaron a reflexionar. Uno llevó un poco de arroz, otro leña, otro un par de sandalias viejas para el desconocido. Sin darse cuenta, el pueblo entero se movilizó.
El maestro zen Hoshin, que vivía cerca, fue testigo de la escena y dijo:
—Hoy han aprendido que la compasión es contagiosa. Un solo acto rompe el hielo del egoísmo y hace que todo un pueblo despierte.
El viajero se quedó varios días, recuperándose. Ayudaba en lo que podía: reparaba herramientas, contaba historias de los lugares que había recorrido. Su presencia, lejos de ser una carga, se volvió un regalo.
Un niño del pueblo preguntó a Hoshin:
—Maestro, ¿por qué todos se movieron solo después de que Miyako diera su abrigo?
El anciano respondió:
—Porque la compasión es como una antorcha. Una sola llama puede encender cientos de velas, pero alguien tiene que atreverse a encender la primera.
Con el tiempo, cuando el viajero partió, dejó una nota en la sala comunal:
“No recordaré el frío que pasé, sino el calor que me dieron.”
Los aldeanos empezaron entonces una tradición: cada invierno, dejaban un abrigo extra, un saco de arroz o una manta en la entrada del templo para quien lo necesitara. No preguntaban nombres, no pedían explicaciones. Solo dejaban lo que podían.
Y cada vez que alguien dudaba en dar, los ancianos repetían la frase de Miyako:
—La vida pesa menos si se comparte.

Ankor Inclán

Los selk’nam tradicionales se movían por su territorio en pequeños grupos formados por dos o tres familias

 




Los selk’nam tradicionales se movían por su territorio en pequeños grupos formados por dos o tres familias de quince personas como máximo. Pertenecientes con frecuencia al mismo linaje, se trasladaban de un lugar a otro en pos del alimento, distribuyéndose claramente las funciones entre cada integrante del grupo. Los hombres caminaban delante con sus arcos y flechas prestos para abatir cualquier animal con el que se encontraran; las mujeres les seguían, acarreando todos los utensilios domésticos y muchas veces porteando en la espalda un bebé, envuelto en la misma piel de guanaco que la de la madre; más atrás seguían los ancianos y los niños. Los desplazamientos se hacían por senderos bien conocidos y el grupo caminaba siempre al ritmo del más lento, sin dejar a nadie atrás. El rumbo a tomar se decidía conjuntamente por los guías del grupo y respondía generalmente a los movimientos estacionarios de la caza.

Isla Grande, Tierra del Fuego. 1907-1908. Charles Wellington Furlong. Dartmouth College Library, Estados Unidos.

Queen Yar Mangu: la intrépida heroína africana que desafió el colonialismo francés.

 



Queen Yar Mangu: la intrépida heroína africana que desafió el colonialismo francés.

La reina Yar Mangu, ampliamente conocida como Sarraounia Mangou, fue una extraordinaria reina hausa que gobernó la aldea de Lougou (o Lugu) en el oeste del Níger actual a finales del siglo XIX. El título "Sarraunia" en Hausa se traduce como "gobernante femenina" o "reina. Ella era una practicante devota de la religión tradicional hausa, un líder visionario y una guerrera de notable coraje que se convirtió en un símbolo de la resistencia africana contra el imperialismo europeo.
Nacida en la familia real de Lougou, Yar Mangu ascendió al trono después de la muerte de su padre. Reconocida por su sabiduría, ingenio militar y brillantez táctica, poseía una habilidad excepcional para inspirar lealtad y unidad entre su gente. A finales del siglo 1800, Francia había intensificado su campaña para dominar la región del Sahel, enviando a los infames comandantes Paul Voulet y Julien Chanoine para expandir el dominio colonial francés en África Occidental. Su conquista fue rápida y las aldeas brutales fueron quemadas, civiles masacrados y comunidades sometidas a atrocidades inimaginables.
Cuando Yar Mangu se enteró de estos crímenes, resolvió defender su reino y a su gente a toda costa. Ella reunió a un ejército compuesto por hombres y mujeres, los entrenó en la guerra tradicional de Hausa y adoptó estrategias innovadoras, incluyendo tácticas de guerrilla, emboscadas y ataques sorpresa.
En 1899, el ejército francés llegó a Lougou. Anticipando su llegada, Yar Mangu había planeado meticulosamente sus defensas. Sus guerreros lucharon ferozmente, confiando en flechas, lanzas y arcos envenenados, mientras que los franceses empuñaban rifles, granadas, cañones y las primeras ametralladoras. Sus fuerzas infligieron repetidamente bajas inesperadas y fuertes a los franceses, dejando a muchos soldados convencidos de que ella poseía poderes sobrenaturales debido a su extraña previsión y dominio del engaño en el campo de batalla.
Antes de la confrontación decisiva, Yar Mangu envió audazmente una carta al comandante Voulet, insultando abiertamente a los franceses y marcandolos bestias sedientas de sangre. Ella les advirtió que si se atrevían a invadir su tierra, se enfrentaría a la ruina. Ofendidos por su desafío, los franceses aceptaron su desafío y se prepararon para la guerra.
El 15 de abril de 1899, las fuerzas francesas avanzaron hacia Lougou y Tougana, con la intención de aniquilar el reino de Yar Mangu. Ante la magnitud del conflicto, Yar Mangu evacuó a mujeres, niños y ancianos en el corazón de un bosque denso, casi impenetrable, garantizando su seguridad en caso de que sus fuerzas fueran invadidas.
Al amanecer del día siguiente, alrededor de las 6:00 a. m., estalló la batalla de Lougou. El teniente francés Paul Joalland lo describió más tarde como "una de las batallas más feroces e implacables que hemos luchado en África. El ejército de Yar Mangu, superado en número y mal equipado, mostró una resistencia asombrosa. Utilizando su conocimiento íntimo del terreno, Yar Mangu atrajo a las fuerzas francesas a trampas y emboscadas, golpeándolas rápidamente antes de retirarse a la cubierta del bosque.
Los franceses, frustrados por su incapacidad para aplastar sus defensas, desataron artillería pesada, incluyendo granadas y cartuchos explosivos, causando pérdidas significativas entre los guerreros de Yar Mangu. Sin embargo, a pesar de enfrentarse a una potencia de fuego abrumadora, se negó a rendirse. Cuando tres granadas golpearon su primera línea, obligando a sus tropas a caer más profundamente en el bosque, Yar Mangu reorganizó sus fuerzas y continuó acosando a los franceses con ataques implacables.
Temiendo un ataque nocturno, los franceses intentaron asaltar el bosque y acorralar el ejército de Yar Mangu. Dejaron deliberadamente una ruta de escape, con la esperanza de atraparla y capturarla viva para hacer un ejemplo de ella para otros líderes africanos que se resisten. Pero su plan falló dentro del denso desierto, los combatientes Hausa infligieron graves bajas. Los franceses perdieron varios fusileros, seis resultaron heridos y gastaron casi 7.000 balas en un solo día de combate.
A pesar de sus armas superiores, los franceses no pudieron capturar a Yar Mangu. Los relatos históricos sugieren que ella desapareció en el bosque con muchos de sus guerreros sobrevivientes, evadiendo la persecución francesa. Aunque el Reino de Lougou finalmente cayó bajo dominio colonial, el desafío de Yar Mangu se convirtió en legendario en Níger, Nigeria y más allá.
Su coraje, brillantez estratégica y su negativa a inclinarse ante la dominación europea la convirtieron en un icono de la resistencia africana y un símbolo del poder, la fuerza y la agencia de las mujeres africanas en la historia.
Su legado inspiró obras de arte y literatura. En 1980, el escritor Abdoulaye Mamani publicó la aclamada novela "Sarraunia: el drama de la reina maga", que inmortalizó su heroísmo. En 1986, la adaptación cinematográfica "Sarraunia" se estrenó y ganó el premio Semental de Oro en el prestigioso Festival de Cine FESPACO en Burkina Faso, consolidando su estatus como una de las mayores heroínas de África.
Hoy, la reina Yar Mangu es recordada no sólo como una guerrera, sino como un símbolo de resistencia, coraje y libertad. Su historia sigue siendo un poderoso testimonio de la resistencia de las sociedades africanas ante la agresión colonial.

LOS PILOTOS DE LOS F-16 VENEZOLANOS: DOS VETERANOS QUE DESAFIARON AL GIGANTE.

 



No eran pilotos cualquiera. Eran el General de Brigada (R) Cruz Alfredo Esteves Silva (44 años) y el Coronel Alfredo Tanzella Rangel (55 años): dos hombres con décadas de servicio, hombres curtidos en operaciones reales y expertos en ese tipo de aviones.


No eligieron los modernos Su-30. Eligieron los viejos F-16 —aquellos que Estados Unidos les vendió en los 80 como símbolo de alianza— para enviar un mensaje cargado de ironía histórica: "Usamos su propia tecnología para confrontarlos".


Su misión: sobrevolar el USS Jason Dunham, un destructor de misiles guiados con el sistema Aegis, capaz de detectar y destruir blancos a cientos de kilómetros. Volaron bajo, rápido y con precisión, colocándose a tiro de misil de un buque que podría haberlos derribado en segundos.


¿Por qué lo hicieron?


· Porque conocen sus aviones: Saben cómo exprimir cada gota de capacidad de unos F-16 mantenidos con ingeniería inversa y puro ingenio tras años de sanciones.


· Porque confiaron en la doctrina de escalada controlada: Calculaban que EE.UU. no respondería con fuerza para evitar una guerra abierta.


· Porque son soldados de la Revolución Bolivariana: Hombres leales, no mercenarios. Su audacia es un acto de fe en un proyecto político.


El mensaje de Washington —identificarlos y amenazarlos— es una guerra psicológica para sembrar miedo. Pero estos pilotos ya escribieron su nombre en la historia: demostraron que la determinación puede doblegar incluso a la tecnología más avanzada.


Hoy, son símbolos de que Venezuela no se doblega.

Ayer, fueron dos profesionales cumpliendo una orden arriesgada.

Mañana, serán recordados como los hombres que sobrevolaron al gigante.


#GeopoliticaSinFiltro  #PilotosVenezolanos #F16 #Resistencia #Geopolítica #Veteranos


Nota: Este homenaje no glorifica la guerra, sino el coraje de quienes creen en la soberanía de su país 🇻🇪.

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