La narración "Cuando el sol se acrisola en el horizonte" de Domingo Acevedo es un fragmento evocador y costumbrista que nos sumerge en la vida rural dominicana al atardecer, ofreciendo una instantánea rica en detalles sensoriales y sociales. A través de una prosa descriptiva y un tono melancólico, el autor construye un cuadro vívido de la cotidianidad y las realidades de sus personajes.
Tema Central
El tema principal de la narración es la vida rural y la lucha diaria contra la pobreza y la sequía, enmarcada en la belleza agridulce del atardecer. Se explora la resiliencia y las costumbres de una comunidad que, a pesar de las adversidades, encuentra consuelo en la rutina, la compañía y los pequeños placeres. La nostalgia y el paso del tiempo también son elementos subyacentes, evidentes en la descripción de las viejas historias y las rutinas arraigadas.
Estructura y Narrador
La narración no sigue una trama lineal de conflicto y resolución, sino que adopta una estructura descriptiva y atmosférica, presentando una serie de viñetas o escenas interconectadas por el tiempo (el atardecer) y el espacio (la comunidad rural). El narrador es omnisciente, capaz de adentrarse en los pensamientos y movimientos de diversos personajes, y utiliza una voz poética que refleja una profunda familiaridad y afecto por el entorno y sus habitantes. Su presencia es sutil, pero su perspectiva teñida de observación y empatía guía al lector.
Lenguaje y Estilo
El lenguaje de Acevedo es notable por su riqueza descriptiva y su lirismo. Abundan las imágenes sensoriales que apelan a la vista ("sol se acrisola," "vistiendo de colores las nubes"), al tacto ("calor que se eterniza"), y al oído (canciones en la vellonera). Utiliza metáforas y símiles para embellecer la prosa y profundizar el significado, como "el peso amargo de la pobreza" o el calor que "parece quemarlo todo, hasta los sueños".
El costumbrismo se manifiesta en la detallada descripción de las ropas de los labriegos, sus herramientas, las rutinas vespertinas (el baño, la cena, la pulpería), y los lugares específicos (cañada de Guajimía, Manoguayabo, río Haina, carretera Sánchez, La Esperilla, Manganagua, Borronoso, El Palmar). Esto no solo ancla la narración en una realidad palpable, sino que también contribuye a crear una atmósfera auténtica y local.
Personajes
Los personajes, aunque no profundamente desarrollados individualmente, funcionan como arquetipos de la vida rural. Representan diferentes facetas de la comunidad:
Los Labriegos: Símbolo de la lucha obrera y la subsistencia.
Tío Juan de la Rosa y Tío Alberto: Encarnan el trabajo arduo y el cuidado del ganado.
Abuelo Ismael y Mimina: Representan la vejez, la estabilidad y la tradición familiar. Su ritual de sentarse bajo los limoncillos sugiere paz y contemplación.
Manuel: Un personaje enigmático que introduce un toque de misterio y preocupación.
Tía Eufemia: Simboliza las conexiones familiares y los desplazamientos entre poblados.
Ninito y el Narrador/Niños: Representan la inocencia, la esperanza y la capacidad de soñar, incluso frente a la "vorágine del hambre". Su juego al caer la noche contrasta con las preocupaciones de los adultos.
Andrés Longo (la pulpería): Un punto de encuentro social donde los hombres buscan escape y camaradería.
Simbolismo
El Sol Acrisolándose: Más allá de la descripción literal, simboliza el final de una jornada agotadora, la transición y, quizás, la purificación o la transmutación de la realidad.
La Sequía y la Pobreza: Representan la dureza de la existencia rural y los desafíos económicos que enfrentan los labriegos.
El Bohío de Mamá Tita y la Pulpería de Andrés Longo: Son espacios de refugio, comunidad y escape. El bohío, para los niños, es un lugar de sueños y resistencia, mientras que la pulpería es un santuario para los adultos.
Los Sueños: Se mencionan como algo que el calor "quema", lo que subraya la dificultad de mantener la esperanza en un entorno tan hostil, pero los niños los "construyen" para sobrevivir al hambre, lo que introduce un rayo de optimismo.
Conclusión
"Cuando el sol se acrisola en el horizonte" es una pieza literaria que, a través de su detallada descripción y su tono evocador, ofrece una profunda reflexión sobre la persistencia humana frente a la adversidad. Es un tributo a la gente del campo, a sus costumbres, y a la resiliencia de la esperanza, incluso cuando el paisaje y la vida son duros. La maestría de Domingo Acevedo reside en convertir lo cotidiano en poético, invitando al lector a sentir la melancolía del atardecer y la vitalidad de una comunidad que se aferra a la vida.