lunes, julio 21, 2025

El hombre logró medir la circunferencia de la Tierra con nada más que su ingenio, un palo y una sombra.

 





El Club de los Libros Perdidos

Eratóstenes y La circunferencia de la tierra
Hace más de dos mil años, un hombre logró medir la circunferencia de la Tierra con nada más que su ingenio, un palo y una sombra.
Su nombre era Eratóstenes, un erudito griego nacido en Cirene hacia el 276 a. C., que trabajó como director de la Biblioteca de Alejandría, una de las instituciones más importantes del mundo antiguo. Era astrónomo, matemático, filósofo y geógrafo… y también el primer ser humano del que se tiene registro que calculó con sorprendente precisión el tamaño del planeta.
¿Cómo lo logró?
Eratóstenes sabía que en la ciudad de Syene (actual Asuán, al sur de Egipto), durante el mediodía del solsticio de verano, el Sol iluminaba directamente el fondo de los pozos y los objetos no proyectaban sombra. En cambio, al mismo tiempo en Alejandría, que está más al norte, sí se generaban sombras.
Eso solo podía ocurrir si la superficie de la Tierra era curva.
Entonces hizo un experimento: colocó una vara vertical (un gnomon) en Alejandría y midió la longitud de la sombra ese mismo día y a esa hora. El ángulo de la sombra resultó ser de aproximadamente 7,2 grados, que es exactamente 1/50 del círculo completo (360°).
Con esa simple proporción, y sabiendo —según fuentes de la época— que la distancia entre Alejandría y Syene era de unos 5,000 estadios, dedujo que el planeta debía tener una circunferencia de 250,000 estadios.
Dependiendo del tipo de estadio usado (griego o egipcio), eso equivale a una circunferencia terrestre de entre 39,375 km y 46,250 km. El valor real es de 40,075 km.
Un margen de error de apenas unos pocos puntos porcentuales, sin necesidad de satélites, computadoras ni tecnología moderna. Solo geometría, observación… y un profundo deseo por entender el mundo.

EMILIO PRUD'HOMME, uno de los hombres más nobles de esta patria.

 Historia Dominicana en Gráficas

EMILIO PRUD'HOMME, uno de los hombres más nobles de esta patria. Recordándolo en la fecha de su fallecimiento.
El 20 de agosto de 1856, nació en Puerto Plata, Emilio Prud’Homme Maduro, quien se destacó como abogado, poeta y educador. Fueron sus padres Pedro Prud’Homme y Ana Maduro.
Entre las obras de Emilio Prud’Homme, está el Himno Nacional. Fue un colaborador del educador Eugenio María de Hostos.
Asimismo, cuando República Dominicana fue invadida por Estados Unidos en el año 1916, figuró entre las voces que se pronunciaron en contra de la violación de la soberanía nacional.
Entre sus obras se cuenta el Himno Nacional, El 16 de Agosto, A la Juventud Dominicana, y Mi Tierra. Desde muy joven se dedicó al magisterio.
El historiador puertoplateño Rufino Martínez, en su obra “Diccionario Biográfico-Histórico Dominicano 1821-1930, refiere que dedicó 30 años al magisterio, pero con la reorganización que hizo el Gobierno estadounidense de ocupación en el año 1917, fue dejado fuera del sistema de enseñanza.
Ante esa circunstancia se dedicó a su labor de abogado, que había abandonado en 1882, para dedicarse al trabajo de educador.
Durante los años 1910-1911, presidió el Centro de Profesores, una entidad con categoría de liceo, que puso en actividad al elemento intelectual para estimular el espíritu creativo de las personas que se integraban a la organización.
Emilio Prud’Homme, fue un estudioso de letras, arte y filosofía. Gustaba compartir los conocimientos con sus amigos y alumnos.
Se destacó por ser un poeta muy crítico. A sus creaciones les hacía múltiples correcciones. Al escribir el Himno Nacional, buscó a su amigo José Reyes para que le escribiera la música.
La última residencia de Emilio Prud’Homme, fue en la ciudad de Santo Domingo, donde murió el 21 de julio de 1932. Había fijado domicilio en la capital dominicana al ser nombrado en 1930, juez de la Suprema Corte de Justicia.
Antes, en el Gobierno interino de Francisco Henríquez y Carvajal, en el año 1916, Emilio Prud’Homme, se desempeñó como ministro de Justicia e Instrucción Pública.
El cuerpo inerte, sin vida de Prud’Homme, descansado en un fino ataúd de madera con la envoltura de la bandera nacional en el carro fúnebre, fue llevado hacia su morada final en la Capilla de los Inmortales con los más altos honores que confiere el Estado dominicano a uno de sus ilustrísimos hijos, fue el del último civilista de la República que cruzara la arcada Puerta del Conde, conocida como Altar de la Patria, para recibir los tributos de una multitud de conciudadanos, y entre ella una juventud dominicana a la cual había dicho en 1878:
“No inclines, juventud, ante el tirano/la frente, que demuestras cobardía:/coge el arma, y asquea tiranía/que te oprime, destruye con tu mano”.
Este egregio hombre inmortal, apóstol de la palabra sagrada, fue despedido para la eternidad por una muchedumbre entonando las letras gloriosas del Himno que él escribió para que los dominicanos tengan amor patrio y fe en la Patria. (Q. E. P. D.).
La vida de Prud’Homme nos hace comprender que el honor no puede ir del lado del brazo de la conveniencia, que la dignidad es el único sentido práctico que puede tener el honor; que la palabra es un cañón invisible y oprimir la libertad es oprimir a la palabra. Ni grandes ni fuertes pueden contra la palabra.
El Credo Nacionalista invocaba que la República restaurada de la intervención militar de tropas norteamericanas de 1916 tiene que ser “absolutamente independiente, absolutamente libre y absolutamente soberana”. Emilio Prud’Homme contribuyó a ello, a la redención de la patria
Fotos: Fototeca del Archivo General de la Nación



Las artes marciales como defensa personal.

 Muchas personas, ya sea por desconocimiento o por burla, cuestionan si el karate, las artes marciales en general sirven para defenderse de alguien armado con una pistola, un machete, un cuchillo, un garrote u otro tipo de arma.

Mi respuesta es que la mayoría de quienes practicamos artes marciales lo hacemos con fines pacíficos, como un modo de vida, una filosofía que nos enseña que el verdadero camino es la paz, no la violencia.
Sin embargo, sí en algún momento mi vida se viera en peligro, pueden estar seguros de que haré uso, con toda profundidad, de los conocimientos adquiridos para protegerme y ponerme a salvo.

Domingo Acevedo
Julio, 2025



domingo, julio 20, 2025

Analisis de la IA, gemini, de algunos poemas del libro Antologia del Asombro de Domingo Acevedo.

 




Analisis de la IA, gemini

¡Claro que sí! Con gusto analizaré los poemas de Domingo Acevedo del libro "Antología del Asombro" que me proporcionaste.
Análisis de los Poemas de Domingo Acevedo en "Antología del Asombro"
Los poemas de Domingo Acevedo que me has facilitado nos sumergen en un universo poético rico en imágenes oníricas, simbolismo profundo y una atmósfera cargada de melancolía y reflexión. A través de sus versos, Acevedo explora temas recurrentes como la naturaleza, la memoria, la identidad, el tiempo y la condición humana, a menudo con un toque de mitología y folclore caribeño.
Temas y Motivos Recurrentes
Una constante en estos poemas es la fusión entre lo real y lo fantástico. Elementos de la naturaleza como ríos, árboles, mariposas, lluvia y el mar se entrelazan con seres míticos y legendarios como ciguapas, faunos, minotauros, unicornios, centauros, sirenas y galipotes. Esta amalgama crea un paisaje lírico donde lo terrenal se transfigura en un plano más etéreo y simbólico.
La soledad y la introspección son sentimientos que permean gran parte de la obra. Vemos "girasoles solitarios", "danzarinas solitarias" y una sensación general de aislamiento que invita a la reflexión profunda sobre el ser.
La memoria y el olvido también son pilares temáticos. Se mencionan "puertos abandonados en los hangares del olvido" y "fantasmas devorados por el tiempo", sugiriendo una preocupación por la fugacidad de la existencia y la persistencia o desaparición de lo vivido.
La crítica social implícita se asoma en versos como "ciudad corroída por el odio y la violencia" y "humanidad derrotada en su egoísmo", así como "cadenas rotas" y "trapiche incinerado por la ira", que evocan un trasfondo de lucha y opresión.
Elementos Estilísticos Destacados
Imaginario Vivo y Sensorial: Acevedo utiliza una profusión de metáforas y comparaciones que apelan a los sentidos. Abundan las referencias a colores ("árbol azul", "océano púrpura", "mariposas amarillas"), sonidos ("eco de voces enfermas", "sonido de tamboras", "voz herida del agua") y texturas ("mármol salobre", "membranas mohosas").
Adjetivación Evocadora: Los adjetivos son clave para construir las atmósferas. Encontramos "soles tristes", "bosque de la fantasía", "cielo crispado de ángeles", que contribuyen a la riqueza visual y emocional de los poemas.
Anáforas y Repeticiones: El uso de anáforas, como el repetitivo "de" en "Membranas mohosas" o "en" en "Metamorfosis del asombro", crea un ritmo cadencioso y enfatiza la acumulación de imágenes.
Sinestesia: Hay ejemplos sutiles de sinestesia, donde se mezclan sensaciones de diferentes sentidos, como "olor tembloroso de membranas mohosas", fusionando el olfato con una cualidad táctil y emocional.
Referencias Culturales y Míticas: La inclusión de la ciguapa, el galipote y el behique, figuras del folclore dominicano y caribeño, enriquece los poemas con un sentido de arraigo cultural y misticismo. El "areito fúnebre" y la mención de Anacaona conectan la obra con las raíces taínas.
Análisis por Poema (ejemplos clave):
"Alegoría del llanto": Este poema establece un tono de tristeza y desilusión. El "llanto" se convierte en un símbolo de la aflicción universal. Las imágenes de un "fauno atrapado", "minotauro vencido" y un "ángel que llora desconsolado" refuerzan la desesperanza ante una humanidad sumida en el egoísmo.
"Sirenas de Sal": Evoca una sensación de pérdida y decadencia. El "malecón de eternidad" oxidado y los "puertos abandonados" pintan un cuadro de desolación. Las "sirenas de sal" sugieren una belleza que, aunque mítica, está sujeta a la erosión del tiempo y el entorno.
"Árbol azul": Aquí, el "árbol azul" se presenta como un símbolo de origen y arraigo, un punto de partida existencial. La acumulación de imágenes (piel de ceniza, voz de rocío, luna de jade) construye una identidad multifacética y casi cósmica, a la vez que se vislumbran la profecía y el destino.
"Areito fúnebre": Este poema es un homenaje a las raíces ancestrales y la memoria. La "anacahuita perenne" y los "flamboyanes" dan un sentido de permanencia. La presencia de elementos taínos como el behique, la yuca, la guáyiga y Anacaona, junto con el "galope incesante de guerreros", evoca una resistencia cultural y un recuerdo de luchas pasadas. La "ciguapa que huye en el lomo de un unicornio" añade un toque de magia y evasión.
En resumen, la poesía de Domingo Acevedo en "Antología del Asombro" es un tapestry lírico donde la belleza de la palabra se une a la profundidad del pensamiento. Sus poemas invitan a una lectura pausada y reflexiva, revelando capas de significado y conectando al lector con una visión del mundo que es a la vez personal y universal, arraigada en la riqueza cultural del Caribe y teñida de una melancolía existencial.

No elegimos nace

 

No elegimos nacer, somos el producto, sí sé podría decir de la casualidad, pero ya que hemos nacido, hagamos de nuestras vidas, un acto de bondad, de amor y solidaridad.

Domingo Acevedo.

Dic/21




Los empresarios no tienen patria, lo que tienen es dinero

.Yo he llegado a la conclusión de que Abinader, nuestro presidente, además de manejar el estado como una empresa de su propiedad y de sus socios los empresarios dominicanos y extranjeros, es un resentido, enemigo del pueblo Dominicano, es por eso su afán en destruir en todos los sentidos a la nación Dominicana.


El PRM, no pasara mas allá del 2028, pero cuando lo haga habrá terminado la obra que empezó el PLD, destruirnos como nación para que las grandes corporaciones criollas y extranjeras puedan explotar nuestros recursos naturales sin ningún tipo de oposición.
Los empresarios no tienen patria, lo que tienen es dinero.

Domingo Acevedo.
Julio/2025.



FRANCISCO ASCASO APURANDO EL CIGARRILLO Y LA VIDA



«Durruti no había reparado en la indumentaria de su amigo, al que le gustaba vestir con humilde elegancia. Llevaba una americana larga y desgarbada que le cubría la culera igual que un frac, con la cresta de un pañuelo blanco despuntando en el bolso a la altura del pecho. Y pantalones de raya diplomática. Y el pelo enlacado y unas sandalias con calcetines claros. Parecía que el levantamiento militar lo hubiera sorprendido en una tarde de juerga, en mitad de una romería de barrio.
—Vaya pintas traes tú para hacer la revolución, maño —se mofó de él Durruti tirándole de una oreja, como quien reprende a un chiquillo descuidado.
Ascaso no respondió. Falseó el gesto para sonreír, con el cansancio dibujado en el rostro. Le dio una calada profunda al cigarrillo, sus mejillas adquirieron la apariencia de dos fosas. Miró para el pitillo con un reflejo de nostalgia, como si estuviera despidiéndose del tabaco, y chupó la última calada achinando los ojos, que en ese instante parecían las rendijas de un búnker inexpugnable. Tiró el cigarrillo a medio gastar y agarró el fusil ametrallador con decisión.
—Acabemos con esto, Pepe, que llevamos dos días sin dormir —dijo con un tono de voz mecánico.
Durruti alzó la mano izquierda mientras articulaba con los dedos de la otra mano un silbido para avisar al conductor del camión que acababan de blindar artesanalmente. El Ebro B35, forrado de arriba abajo con colchones, arrancó con un leve carraspeo del motor y empezó a moverse a paso de carruaje fúnebre por el último tramo de la rambla, mientras la ametralladora Hotchkiss 1914, apuntalada sobre la cabina, comenzó a escupir balas con movimientos convulsivos. Varios milicianos con armas automáticas se colocaron detrás del vehículo, pegándose como lapas al chasis trasero para no brindarle un blanco fácil al enemigo. El camión avanzó regateando los primeros cuerpos sin vida que estaban secando al sol en aquel tramo frecuentado por la muerte. Al aproximarse a la calle Santa Madrona, el tiroteo que caía en granizo desde una de las garitas del cuartel puso en compromiso el avance. Los confederales buscaron refugio donde pudieron. Ascaso echó a correr hasta una de las casetas del mercadillo de libros usados y allí aguardó unos segundos para desanublar su mente. Cerró los ojos para calcular los metros que había ganado y los que quedaban por ganar. Tenía cerca la primera de las garitas, al alcance de una carrera serpenteante, con quiebros rápidos para desquiciar a las miras de los fusiles. Salió del parapeto de madera con mirada inflamable, zigzagueando como una serpentina y descargando una tromba de disparos sobre la garita. Pero un tirador con puntería olímpica siguió los angulos alternantes de su carrera y atrapó sus pasos. El disparo alcanzó a Ascaso entre los ojos. La muerte, con el encargo cumplido, dejó que su cuerpo danzara en el aire unas décimas de segundo antes de hacerlo caer igual que una marioneta a la que le cortan los hilos que la amarran a la vida. Su fusil ametrallador quedó apuntando a la costa, como una vara de zahorí que anuncia la cercanía del agua.
A sus espaldas, el mundo se detuvo. Durruti, a pocos metros, lo vio caer y ahogó un grito de advertencia que ya llegaba tarde. Apretó los dientes con la fuerza de un cepo, sintiendo un dolor desgarrador. Sus pupilas se empañaron con una llovizna no solo provocada por el humo y la pólvora sino, sobre todo, por una tristeza infinita».
'Lluvia de agosto', Hoja de Lata Editorial.
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Un 20 de julio murió en las calles de Barcelona el anarcosindicalista aragonés Francisco Ascaso (1901-1936). El fotógrafo valenciano Agustì Centelles atrapó esta última imagen, minutos antes de su muerte, apurando el tabaco y la vida sin dejar de sonreír, sin agachar la mirada ante el peligro. Qué fría y terrible sería la Historia sin gente como él.
Paco Álvarez

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