Los esclavos usaban trenzas para transferir información, crear mapas y transportar alimentos.
Como a los esclavos no se les permitía leer ni escribir, tenían que pasar información a través de sus trenzas.
También mantenían granos de arroz escondido en el pelo para evitar morir de hambre.
Se cree que se originó en Colombia, Sudamérica, donde a Benkos Bioho, a finales del siglo XVI, se le ocurrió la idea de que las mujeres crearan mapas y enviaran mensajes a través de sus trenzas. También fueron llamados “canerows” para representar los campos de caña de azúcar en los que trabajaban los esclavos.
Un estilo de trenzas curvas representaba los caminos que debían recorrer para escapar de sus dueños.
También en las trenzas guardaban oro y escondían semillas que les ayudaban a sobrevivir después de escapar. Además usarían las semillas para plantar cultivos una vez que quedaban libres.