He vivido atado a los recuerdos a los momentos irrecuperables de mi infancia que se perdieron en el largo camino de la ausencia a las mañanitas memorables del rocío, a los días inolvidables de la primavera a las noches esplendorosas de luna llena aún tengo pegado en la piel el claroscuro resplandor de los días interminables de mayo el olor de los potreros guía mis pasos por el camino de los conucos hacia la soledad inmensa de la lluvia y el perfume de la clorofila colorea mi voz de mariposas aún los duendes invisibles del invierno rondan mi memoria y más allá del horizonte de mis ojos un niño descalzo llora su hambre